La Aventura en el Parque
En un hermoso día soleado, Sofía, una niña risueña, decidió ir al parque a jugar. Con su vestido de flores y una gorra colorida, corrió hacia el tobogán, emocionada por deslizarse. "¡Vamos! ¡Hoy va a ser un gran día!", gritó Sofía mientras subía las escaleras del tobogán.
Mientras jugaba, su risa resonaba en todo el parque. Sofía también casi siempre se detenía a alimentar a las palomas que se acercaban, "¡Mira, holandeses!", decía mientras les arrojaba migas de pan.
Pero, en un momento de distracción, Sofía se resbaló al intentar saltar de un columpio al suelo. "¡Ay!", gritó mientras caía. Rápidamente, sintió un dolor en su rodilla y comenzó a llorar. "¡Mamá!", exclamaba entre sollozos.
Los animalitos del parque, atentos a lo que había sucedido, se acercaron rápidamente. La primera en llegar fue una pequeña ardilla llamada Tuca. "No llores, Sofía. ¡Yo te ayudaré!", dijo con su vocecita dulce mientras subía a su lado.
Detrás de ella llegó un conejo llamado Lino, que vino saltando rápido. "¡Sofía! ¡Espera! Déjame ver tu rodilla!", dijo preocupado. Se acercó, y después de inspeccionar la herida, añadió, "No es nada grave, solo un raspón. Te traeré unas hojas de diente de león, son mágicas para curar heridas."
Mientras tanto, un grupo de palomas se unió al rescate. Sara, una paloma blanca, se posó en el hombro de Sofía y le dijo: "No estás sola, amiga. Todos estamos aquí para ayudarte."
Con la ayuda de Tuca, Lino y Sara, hicieron un pequeño círculo alrededor de Sofía. Pronto, Lino volvió saltando con las hojas de diente de león. "Aquí, ¡toma esto!", dijo entregándole las hojas. "Frotalas sobre tu raspón, y verás cómo se te pasa el dolor."
Sofía, un poco temerosa pero muy agradecida, llevó las hojas a su rodilla. "Gracias, amigos. ¡Son los mejores!", exclamó mientras sentía un alivio mágico en su golpe.
A medida que los animalitos la animaban, Sofía comenzó a sonreír nuevamente. "No sé qué haría sin ustedes. Socorran!", dijo entre risitas. Todos compartieron la alegría de su amistad.
Después de un rato, Sofía se levantó, con el corazón lleno de gratitud. "¡Ahora sí, agenda todo!", afirmó mientras se limpiaba las lágrimas. "Vamos a seguir jugando. ¡Quiero escalar más alto en el columpio!"
Con el apoyo de sus amigos, Sofía se subió de nuevo al columpio, disfrutando de la brisa en su rostro. "¡Miren cómo vuelo!", gritó mientras volaba hacia el cielo.
Tuca, Lino y Sara la ovacionaron desde el suelo. "¡Sofía, sos una gran aventurera!", aclamó Tuca. "Nada puede detenerte ahora", agregó Lino.
Y así, en el parque, Sofía aprendió que las caídas son parte de la vida, pero lo que importa es levantarse con la ayuda de buenos amigos. Desde aquel día, en el parque todos jugaron con más alegría, sabiendo que siempre se ayudarían mutuamente.
La emoción del juego continuó, y los cuatro amigos vivieron muchas más aventuras juntos, siempre recordando que la amistad y el apoyo son lo más importante en la vida.
FIN.