La Aventura en el Parque de los Sueños



Era un soleado día de primavera cuando un grupo de amigos: Sofía, Tomás, Ana y Miguel, decidieron ir al Parque de los Sueños. Estaban emocionados por el plan que habían hecho: jugar, reír y disfrutar de un día lleno de aventuras.

"¡Vamos a disfrutar de la mejor tarde!" - exclamó Sofía, mientras organizaba su mochila con snacks y una pelota.

"Tengo el frisbee, no se olviden de traer la bebida!" - añadió Tomás, asegurándose de tener todo lo necesario para pasarla bien.

El grupo llegó al parque, que estaba repleto de risas y niños jugando. Primero, decidieron ir al sector de juegos. Allí, se deslizaron por toboganes, jugaron en los columpios y se divirtieron a lo grande. Los amigos se sentían felices, pero justo cuando estaban a punto de jugar a la pelota, notaron algo inusual.

Un pequeño perrito había quedado atrapado en un arbusto, moviendo su cola nerviosamente.

"Pobre perrito, hay que ayudarlo" - dijo Ana, preocupada.

"Sí, no podemos dejarlo así!" - agregó Miguel, quien era muy cariñoso con los animales.

Los amigos se acercaron al arbusto y, con mucho cuidado, comenzaron a despejar las ramas para liberar al perrito. Después de unos momentos de esfuerzo, lograron sacarlo, y el perrito, agradecido, empezó a saltar alrededor de ellos.

"¡Qué lindo!" - gritó Sofía, emocionada. "¿Qué hacemos ahora?"

"Deberíamos buscar a su dueño. ¡No puede estar solo!" - sugirió Tomás más serio ahora.

Así que se pusieron en marcha, llevando al perrito con ellos. Preguntaron a las familias que estaban en el parque, pero nadie parecía conocerlo.

Mientras buscaban, Ana tuvo una idea.

"Podríamos hacer volantes y repartilos por todo el parque. ¡Tal vez alguien lo esté buscando!"

Todos estuvieron de acuerdo, así que Ana sacó su cuaderno y comenzaron a diseñar un volante. Lo escribieron con grandes letras:

"Se busca dueño para este perrito. ¡Está sano y feliz!"

Los amigos se dividieron y comenzaron a pegarlos en los postes y los bancos del parque, cuando de repente, escucharon a alguien gritar:

"¡Morris! ¡Morris!"

Los cuatro miraron hacia la voz y vieron a un niño pequeño, que corría hacia ellos con lágrimas en los ojos.

"¡Ese es mi perrito!" - exclamó el niño, mientras se arrodillaba y abrazaba a Morris, el perrito.

El grupo sintió una gran alegría al ver la felicidad del niño.

"Nos alegra haberlo encontrado" - dijo Miguel, sonriendo. "Lo ayudamos a salir del arbusto."

"¡Gracias! Ustedes son unos héroes!" - respondió el niño, secándose las lágrimas.

Sofía, Tomás, Ana y Miguel se sintieron muy bien al saber que habían hecho algo bueno. Aún les quedaba tiempo para jugar, así que decidieron organizar un pequeño torneo de fútbol en el césped del parque. Invitaron a otros niños a unirse, y pronto había un grupo grande jugando.

Finalmente, al caer la tarde, cuando el sol comenzaba a ocultarse, todos estaban cansados pero felices. Los amigos se sentaron en una manta a compartir los snacks que habían traído.

"¿Vieron? Lo importante no solo es divertirnos, sino también ayudar a los demás" - reflexionó Sofía, mirando a sus amigos.

"Totalmente, me siento mejor por haber hecho una buena acción" - respondió Tomás, masticando una galleta.

Miguel miró al perrito, que ahora jugaba con el niño que lo había encontrado, y sonrió.

"A veces en la vida, lo que más importa son los pequeños actos de bondad y como podemos hacer la diferencia, incluso en un día normal" - agregó Ana.

Así, con el corazón contento, los amigos se despidieron del parque, prometiendo organizar más aventuras juntos, pero siempre recordando la importancia de ayudar a quienes los rodean.

FIN.

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