La Aventura en el Parque de los Venados
Era un cálido sábado por la mañana cuando Lucas, un niño de ocho años, despertó con mucha felicidad. Hoy su mamá lo llevaría al Parque de los Venados. Había escuchado historias sobre ese lugar mágico que albergaba no solo aves y criaturas, sino también un mundo lleno de juegos y amigos esperando ser descubiertos.
"¡Mamá, ya estoy listo!", gritó Lucas corriendo hacia la cocina, todavía con su camiseta de superhéroe puesta.
"¡Esperá un segundo!", respondió su mamá desde la cocina. "No te olvides de tu botellita de agua. Vamos a estar un buen rato ahí."
Lucas asintió, agarró la botellita y salió corriendo, casi saltando de emoción. Cuando llegaron al parque, sus ojos brillaron al ver todo lo que ofrecía: grandes árboles, un lago tranquilo, una espléndida fuente en el centro y, por supuesto, ¡los venados!"¡Mirá, mamá!", dijo Lucas apuntando a los venados que pastaban tranquilamente. "Son muy bonitos."
"Sí, son animales muy especiales", dijo su madre sonriendo. "Recuerda que debemos ser respetuosos y no asustarlos."
Después de caminar un rato y observar a los venados, Lucas vio un grupo de niños jugando en un área de juegos. No lo pensó dos veces y corrió hacia ellos. "¡Hola!" exclamó.
"Hola, ¿querés jugar con nosotros?" preguntó una niña con trencitas. Su nombre era Valen.
"¡Sí, claro!" respondió Lucas. Los niños estaban jugando a un juego que consistía en correr de un lado a otro mientras intentaban atrapar un pañuelo. Lucas se unió rápidamente y, entre risas y carreras, se olvidó del tiempo.
Luego de un rato de juego, Valen dijo: "¿Quieren ver algo increíble? Hay un sendero que lleva a una especie de mirador donde se puede ver todo el parque desde arriba. Es súper lindo."
"¡Vamos!" contestó Lucas entusiasmado. Todos comenzaron a caminar hacia el sendero. En el camino, pasaron por un pequeño estanque donde Lucas vio unos patos nadando. "¡Mirá esos patitos!" gritó emocionado.
"Sí, y si te quedás muy quieto, tal vez se acerquen", sugirió Valen.
Lucas se quedó en silencio, observando a los patos. Al poco rato, uno de ellos se acercó y comenzó a rasguñar la orilla. "¡Miren!" dijo Lucas. Todos se quedaron asombrados.
Finalmente, llegaron al mirador. Era un lugar alto desde el cual podían ver no solo el parque, sino también los edificios que rodeaban el lugar, la gente paseando y otros niños jugando. Lucas sentía que era un rey en su castillo.
"Mirá qué lindo todo", dijo Valen. "A veces no nos damos cuenta de lo grande que es el mundo allá afuera."
"Sí, es hermoso."
De repente, vieron a un grupo de venados que se habían acercado a la fuente. Lucas observó que un venado, más pequeño que los demás, parecía estar un poco rezagado. "¿Por qué ese venadito está solo?", preguntó.
Los niños se acercaron un poco más a la baranda del mirador.
"Tal vez está buscando a su mamá", sugirió uno de los chicos.
"Podemos ayudarlo. A veces los venados se asustan en lugares nuevos", dijo Lucas con determinación.
"¡Sí! Vamos a buscarlo", afirmó Valen.
Así que, dejando el mirador, se dirigieron corriendo hacia la fuente. Cuando llegaron, vieron que el venado seguía buscando y moviendo la cabeza de un lado a otro.
"Vamos a ser suaves y tranquilos", susurró Lucas mientras se acercaban un poco más.
Al ver al venado tan perdido, todos decidieron esconderse tras un árbol. "Tal vez si hacemos ruido, lo atraemos hacia nosotros", dijo otro niño.
"¡No, mejor guardamos silencio!" replicó Lucas. "Así no lo asustamos. Vamos a dejarle un poco de comida aquí cerca."
Con mucho cuidado, cada niño puso un poquito de hierba fresca y unos trozos de pan en un lugar visible. Se alejaron un poco y esperaron. Después de unos momentos, el venado se acercó cautelosamente y comenzó a comer.
"¡Lo hicimos!" gritó Valen emocionada. El venado miró hacia el grupo de niños con curiosidad pero, en lugar de asustarse, pareció más tranquilizado.
"Creo que encontró la manera de seguir a su mamá", dijo Lucas. Se sintió orgulloso de haber ayudado a un ser tan especial. Después de un rato, el venado se unió a un grupo de otros venados que habían llegado.
"Lucas, fuiste muy valiente", resaltó Valen mientras caminaban de regreso. "No muchos pensarían en ayudar a un venado."
"Pensemos en ellos como en nosotros. Ellos tienen también su familia", contestó Lucas.
Con el sol cayendo y el cielo lleno de colores, el grupo de niños decidió que era hora de regresar. Prometieron volver al parque pronto.
"¡Hasta luego!" se despidió Lucas mientras caminaba junto a su mamá, sintiéndose feliz y lleno de nuevas amistades y recuerdos.
Y así, ese día en el Parque de los Venados no solo vio a los animales hermosos, sino que también aprendió el valor de ayudar y respetar a todos los seres vivos que lo rodeaban.
FIN.