La Aventura en el Tiempo



Era un día soleado en la pequeña ciudad de Villa Ternura. Dos amigos inseparables, Lucas y Sofía, estaban en el sótano de la casa de Lucas, explorando los viejos objetos que habían ido acumulando a lo largo de los años. Allí, entre cajas de juguetes y libros polvorientos, encontraron un misterioso aparato cubierto de telarañas.

- “¿Qué será esto? ” - preguntó Sofía, con sus grandes ojos curiosos.

- “¡No tengo idea! ” - respondió Lucas, limpiando el polvo de una palanca.

De repente, la máquina comenzó a brillar y emitió un sonido suave. Lucas, impulsado por su curiosidad, empujó la palanca hacia adelante. ¡Un destello de luz los envolvió y… desaparecieron!

Cuando abrieron los ojos, se encontraron en un lugar totalmente diferente. Era un pequeño pueblo, pero no se parecía en nada a su casa.

- “¡Mirá, Sofía! ¡Estamos en el pasado! ” - exclamó Lucas, mirando a su alrededor.

- “¿Cómo lo sabes? ” - preguntó Sofía, sorprendida.

- “Mirá la ropa de esa gente y los carros de caballos. ¡Es como en una película de historia! ”

Los niños comenzaron a caminar, llenos de asombro. Vieron a los habitantes del pueblo conversando y trabajando. Pero de pronto, se dieron cuenta de que algo no estaba bien. Una gran nube de tristeza cubría el lugar. Las personas parecían preocupadas y poco felices.

- “¿Qué les pasa a todos? ” - preguntó Sofía.

- “No lo sé, pero creo que deberíamos preguntar” - respondió Lucas, decidido.

Se acercaron a una anciana que vendía frutas en el mercado.

- “¡Hola! ¿Por qué están tan tristes? ” - inquirió Lucas.

- “Oh, queridos niños. Este es un pueblo muy trabajador, pero hay un problema. Hace tiempo que no llueve y nuestras cosechas están secas. Sin agua, no podremos alimentarnos durante el invierno” - explicó la anciana con tristeza.

Sofía y Lucas se miraron, sabiendo que tenían que hacer algo. De repente, Sofía tuvo una idea brillante.

- “¡Eureka! ¡Podemos buscar un lugar donde haya agua! Quizás haya un río cercano…” - sugirió emocionada.

- “¡Sí! Y si encontramos agua, podemos mostrarles cómo organizarse mejor para cuidar el pueblo” - agregó Lucas.

Los niños comenzaron su aventura en busca de una solución. Corrieron a través del campo, preguntando a todos los que encontraban si sabían de algún río. Pero el tiempo pasaba y no lograban encontrar nada.

En ese instante, Lucas y Sofía vieron a un grupo de niños jugando cerca de un árbol. Se acercaron a ellos.

- “¡Hola! ¿Saben si hay agua por aquí? ” - preguntó Lucas.

- “¡Sí! hay un arroyo al otro lado de la colina, pero está muy lejos” - dijo uno de los niños.

- “¡Podemos ir juntos! Quizás podamos hacer un canal para traer el agua al pueblo” - sugirió Sofía.

Todos los niños, emocionados, empezaron a caminar hacia el arroyo juntos. Una vez allí, comenzaron a trabajar codo a codo. Con mucho entusiasmo, cavaron y recolectaron piedras, creando un pequeño canal que llevase el agua al pueblo.

- “Me parece que lo estamos logrando” - dijo Lucas, sudoroso pero feliz.

- “¡Sí! Pero necesitamos más manos! ¡Vamos a llamar a los adultos! ” - propuso Sofía.

Rápidamente, los niños corrieron de regreso al pueblo y, con su energía contagiosa, lograron reunir a los adultos. Al ver la situación, todos se unieron al proyecto. Juntos, trabajaron desde el amanecer hasta el atardecer, y al fin, el agua comenzó a fluir hacia el pueblo.

Los rostros tristes se iluminaron con sonrisas de alegría y alivio.

- “¡Gracias, niños! Ustedes nos han salvado, nos enseñaron el poder de la cooperación” - dijo la anciana, mientras todos celebraban.

Con el pueblo rescatado, Lucas y Sofía se despidieron de sus nuevos amigos. Cuando regresaron a la máquina del tiempo, Sofía sonrió.

- “Nunca olvidaré lo que aprendimos hoy. ¡El trabajo en equipo realmente hace la diferencia! ”

- “Sí, y también cómo un pequeño grupo de personas puede cambiar una situación difícil, si se unen y trabajan por el bien de todos” - concluyó Lucas.

Y con un giro de la palanca, los niños regresaron a casa, sabiendo que, aunque habían viajado por el tiempo, la aventura más grande fue la valiosa lección que aprendieron sobre la colaboración.

Desde ese día, Lucas y Sofía nunca dejaron de actuar con un corazón solidario, aplicando lo aprendido en su vida cotidiana, recordando siempre que juntos podían lograr grandes cosas.

FIN.

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