La Aventura en el Valle Perdido
Era un hermoso día soleado cuando el Aula Lila, compuesta por Julia, Adrián, Adriana, Marina, Erimar, Benjamín y Javier, se preparaba para una excursión al misterioso Valle Perdido, ubicado en las cercanías de Murcia. Todos estaban emocionados por descubrir los animales que habitaban la región.
"¿Qué animales creen que podremos ver?" - preguntó Julia, mientras ajustaba su mochila.
"¡Tal vez un ciervo!" - respondió Adrián, con una sonrisa.
"O un zorro, esos son muy astutos" - agregó Adriana, mirando por la ventana del autobús.
"Yo quiero ver un búho, son tan sabios" - mencionó Marina.
Cuando llegaron al Valle Perdido, se encontraron con un paisaje espectacular lleno de árboles, flores y sonidos de la naturaleza. La guía, una simpática mujer llamada Doña Flora, les dio la bienvenida.
"Hola, niños. Bienvenidos al Valle Perdido. Espero que estén listos para una aventura increíble" - dijo Doña Flora.
Eran las 10 de la mañana y Doña Flora comenzó el recorrido.
"En esta región, podemos encontrar aves, mamíferos y hasta reptiles. Pero primero, vamos a buscar huellas ya que nos ayudarán a identificar a los animales que han pasado por aquí" - explicó.
Mientras caminaban, encontraron unas huellas grandes.
"¡Miren!" - exclamó Erimar, mostrando las huellas.
"Son de un jabalí, pero no se confundan, pueden ser peligrosos" - les advirtió Doña Flora.
"¡Wow! ¡Eso suena emocionante!" - comentó Benjamín, mientras los demás se asomaban a ver las huellas.
Continuaron caminando, y los niños estaban cada vez más intrigados. De repente, escucharon un sonido peculiar.
"¿Qué fue eso?" - preguntó Javier, mirando a su alrededor.
"Parece un canto de pájaro, pero no es uno común. Vamos a ver qué es" - dijo Julia, siguiendo el sonido.
Al acercarse, encontraron a un grupo de aves coloridas en un árbol.
"¡Son los loros de Murcia!" - gritó Adrian.
"¡Qué hermosos!" - exclamó Adriana.
"¡Miren cómo vuelan!" - añadió Erimar, emocionado.
A todos les encantó el espectáculo, pero la felicidad de la excursión estaba a punto de tener un giro inesperado. De repente, un pequeño zorrillo salió corriendo desde unos arbustos y se detuvo frente a ellos.
"¡Cuidado! El zorrillo puede ser muy sorprendete" - advirtió Doña Flora rápidamente.
"¿Qué hacemos?" - preguntó Marina, asurada.
"No se preocupen, no les hará nada si lo dejamos tranquilo" - explicó la guía.
Los niños quedaron asombrados por la curiosidad del zorrillo, que se acercó y se alejó como si estuviera jugando.
"¡Qué divertido!" - rió Benjamín.
"¿Pero si se siente amenazado, no será peligroso?" - preguntó Adriana.
"Si no lo molestamos y respetamos su espacio, todo estará bien" - respondió Doña Flora.
De repente, el zorrillo se dio la vuelta y corrió hacia un arbusto, donde se despistó, dejando a los niños intrigados.
"Fue tan rápido, ¡no pude tomarle una foto!" - se lamentó Javier.
"Pero lo importante es que lo vimos en su hábitat" - dijo Julia, sonriendo.
El día continuó lleno de descubrimientos. Aprendieron a identificar los sonidos de los pájaros y a observar las huellas en el suelo. Al final de la excursión, Doña Flora organizó un juego donde cada uno debía dibujar un animal que había visto o que deseaba ver.
"Yo dibujaré al zorrillo, fue el más divertido" - dijo Erimar.
"Yo a los loros, ¡me encantaron sus colores!" - comentó Adriana.
Cuando regresaron al autobús, los niños estaban cansados pero felices.
"¡Fue una aventura increíble!" - dijo Benjamín, mientras los demás asentían con entusiasmo.
"Aprendí tanto hoy, quiero volver al Valle Perdido" - dijo Julia.
"¡Sí, y esta vez traeré mi cámara para sacar fotos!" - añadió Javier.
Y así, el Aula Lila volvió a casa, cargada de recuerdos y la promesa de más aventuras en la naturaleza.
FIN.