La Aventura en la Alameda



Era un día hermoso en la Alameda, los árboles estaban llenos de hojas verdes, y los pájaros cantaban alegres en sus ramas. Alexis y su amiga Valentina disfrutaban de un paseo en medio de la naturaleza, maravillándose con todo lo que los rodeaba.

- ¡Mirá, Valen! -exclamó Alexis- Esa ardilla está buscando algo entre las hojas.

- Sí, parecen estar siempre ocupadas. Pero, ¿sabías que también pueden ayudar a plantar nuevos árboles? -dijo Valentina curiosa.

- ¿Cómo es eso? -preguntó Alexis, intrigado.

- Cuando las ardillas esconden sus nueces y luego se olvidan de algunos lugares, esas nueces pueden crecer y convertirse en nuevos árboles. -explicó Valentina.

Mientras caminaban, notaron que había un montón de basura tirada en el suelo. A pesar de lo bonito del lugar, los desechos estaban afectando a los animales y las plantas.

- Esto no está bien. -dijo Alexis con una voz preocupada- ¿Qué pasa si un animal come algo que no debe?

- Exactamente. Debemos hacer algo. ¡Podríamos organizar una limpieza! -sugirió Valentina entusiasmada.

- ¡Sí! Pero no podemos hacerlo solas. Necesitamos ayuda. -respondió Alexis.

Ambos decidieron que era hora de actuar. Regresaron a sus casas y se organizaron para convocar a sus amigos y familiares.

Al día siguiente, se reunió un grupo de niños y adultos dispuestos a ayudar. Cada uno trajo guantes y bolsas de basura.

- ¡Todos listos! -gritó Alexis mientras levantaba una bolsa- Vamos a hacer de la Alameda un lugar más limpio para todos los animales.

Mientras recogían la basura, Valentina notó un pequeño nido en el suelo.

- ¡Mirá! -gritó- ¡Hay un nido de pájaros en el suelo!

- No podemos dejarlo así. -dijo Alexis asustado- ¿Y si los pájaros se pierden?

- Tal vez debamos llamar a un rescatista de animales. -sugirió Valentina.

Los niños, rápidamente, decidieron llamar a un experto que les enseñó a manejar la situación. Después de algunos minutos de espera, una amable mujer llegó, y explicó cómo volver a colocar el nido en un árbol seguro.

- Esto va a ayudar mucho a los mamíferos y aves de la Alameda. -dijo la mujer con una sonrisa.

Con el nido de regreso en su árbol, continuaron con su limpieza y recogieron más de diez bolsas de basura. Al finalizar, todos se sintieron felices y orgullosos de lo que habían logrado.

- ¡Miren lo que hicimos! -exclamó Valentina- ¡La Alameda se ve brillante!

- Y nosotros hicimos algo bueno por la naturaleza. -sonrió Alexis.

Esa tarde, los amigos decidieron tener un picnic en la Alameda, rodeados de la belleza que habían ayudado a restaurar. Mientras comían, se sentaron a disfrutar de todo lo que los árboles y los animales les ofrecían.

- Este lugar es nuestro hogar, y debemos cuidarlo. -dijo Valentina mirando a su alrededor.

- Así es. Y si todos juntos ayudamos, podemos hacer una gran diferencia. -concluyó Alexis.

Desde ese día, los niños formaron un grupo llamado “Guardianes de la Alameda”, y cada mes organizaban limpiezas y actividades para cuidar del medio ambiente.

Aprendieron que un pequeño gesto puede provocar un gran cambio, y que juntos podían lograr cosas maravillosas. Y así, la Alameda volvió a brillar gracias al esfuerzo de todos, demostrando que cuidar la naturaleza es una aventura muy gratificante.

FIN.

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