La Aventura en la Ciudad



Era un día soleado y los hermanos Alejandra y Martín decidieron aventurarse en la bulliciosa ciudad. Alejandra, con su vestido rosa y coletas saltarinas, tomó la mano de su hermano mayor, quien la miraba con complicidad. -¿A dónde iremos hoy, Martín? -preguntó Alejandra con ojos curiosos. -Vamos a descubrir lugares emocionantes y aprender cosas nuevas, hermanita -respondió Martín con una sonrisa.

Caminaron por calles repletas de gente y edificios altos, observando con asombro el vaivén de la urbe. De repente, se detuvieron frente a una gigantesca estatua de un león. -¡Mira, Alejandra, ese león parece muy valiente! -exclamó Martín. Alejandra lo miró con determinación y dijo: -Yo también quiero ser valiente como el león.

Decidieron continuar su travesía y se toparon con un mercado colorido lleno de frutas y verduras. El delicioso aroma los envolvió. -¡Quiero aprender a cocinar como mamá! -dijo Alejandra emocionada. Martín asintió y le prometió enseñarle a cocinar cuando llegaran a casa.

Más adelante, divisaron un parque donde niños jugaban y reían. Alejandra no pudo resistirse y corrió hacia ellos. -¡Quiero jugar! -gritó con alegría. Martín la siguió de cerca y juntos se unieron a los juegos. Alejandra hizo nuevos amigos y Martín los observaba orgulloso.

Cuando el sol empezó a ocultarse, regresaron a casa con corazones llenos de nuevas experiencias. Alejandra miró a su hermano y le dijo: -Hoy descubrí que puedo ser valiente, aprender a cocinar y hacer amigos en la ciudad. ¡Gracias, Martín! -dijo con una sonrisa radiante. Martín la abrazó con cariño y dijo: -La ciudad nos brindó grandes aventuras, pero lo más importante es que las vivimos juntos, hermanita.

Desde entonces, Alejandra y Martín buscaron nuevas aventuras en la ciudad, siempre recordando que lo más valioso era estar el uno para el otro.

FIN.

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