La Aventura en la Facultad



Nico Gunter, el famoso jugador de pádel, y Vanesa Vandeborde, una talentosa amante del baloncesto, se encontraron en la facultad. Desde el primer día, había una chispa especial entre ellos. Vanesa, que había estado pensando en cómo hacer algo memorable para Nico, decidió regalarle una libreta de baloncesto, porque sabía que a él le encantaba anotar sus puntos y estrategias.

"¡Mirá, Nico! Te traje algo especial para que anotes tus tácticas de pádel y tus sueños de ser el mejor", le dijo Vanesa con una sonrisa, entregándole la libreta.

Nico quedó sorprendido y emocionado.

"¡Gracias, Vanesa! Esto es genial, ¡me encanta! Pero hoy, en lugar de plantear estrategias, ¿por qué no probamos algo nuevo juntos?"

"¿Como qué?", preguntó Vanesa con curiosidad.

"¿Qué te parece si jugamos un poco de baloncesto en la cancha de la facultad?"

Esa propuesta hizo que Vanesa se iluminara. Ella siempre había querido enseñarle a Nico un poco sobre el baloncesto, y ahora tenía la oportunidad perfecta.

Así que, después de las clases, se dirigieron a la cancha. Vanesa llevó la libreta y una pelota de baloncesto. Era el momento perfecto para compartir su pasión.

"Mirá, lo primero que tenemos que hacer es practicar el dribleo", explicó Vanesa mientras le mostraba algunos movimientos básicos.

"¡Eso parece fácil!", exclamó Nico, intentando driblar. Pero la pelota se le escapó y rodó lejos.

Ambos comenzaron a reírse.

"No te preocupes, ¡todos comenzamos desde cero! ¡Vamos a intentarlo de nuevo!"

A medida que pasaba el tiempo, ambos se divertían mucho. Pero de repente, notaron a un grupo de chicos que no estaban tan contentos. Uno de ellos se reía de Nico.

"Mirá a ese, no sabe driblar. ¿Qué hace con esa bola?", se burló.

Nico se sintió un poco desanimado, pero Vanesa lo animó.

"No le prestes atención, todos estamos aquí para aprender. ¡Mira, veamos qué podemos hacer juntos!"

Decididos a no dejar que esas palabras les afectaran, Nico y Vanesa continuaron practicando, uno apoyando al otro. En un momento, Nico decidió intentar un tiro desde una distancia lejana.

"¡Ahí va!", gritó mientras lanzaba la pelota hacia el aro. La pelota golpeó el aro pero, inesperadamente, rebotó hacia el lado y cayó entre los pies de uno de los chicos que se estaba burlando.

El chico recogió la pelota y, al darse cuenta de que todos estaban mirando, se sonrojó.

"Eh, disculpen, me parece que he sido un poco injusto", dijo, intentando disculparse.

"No hay problema. Todos estamos aquí para aprender", contestó Nico con una sonrisa sincera.

El chico se unió a ellos y, sorprendentemente, Nico empezó a disfrutar y a sentir que su mismo esfuerzo estaba dando frutos. Uno a uno, el grupo se unió para jugar juntos, y la risa y la diversión llenaron la cancha.

Mientras la tarde avanzaba, los chicos que habían burlado a Nico se dieron cuenta de lo divertido que era jugar juntos, sin importar las habilidades individuales.

"¡Nunca pensé que podría disfrutar tanto el baloncesto!", dijo uno de ellos, impresionado.

La experiencia unió a todos de una manera inesperada, y, al final del día, Nico y Vanesa no solo habían aprendido a jugar mejor, sino que también habían creado nuevos lazos de amistad.

"Esto fue increíble, gracias por tu apoyo, Vanesa", le dijo Nico.

"Y gracias a vos por atreverte a probar algo nuevo. ¡Esa es la verdadera aventura! Siempre es mejor compartir nuestros sueños con alguien más y aprender juntos. Lo importante es no rendirse y reírse en el camino", respondió Vanesa con cariño.

Desde ese día, no solo fueron compañeros de facultad, sino un gran equipo, enfrentando juntos cualquier desafío que se les presentara. Y así, cada día, ninguno se olvidó de llevar la libreta de baloncesto o de practicar juntos, aunque sea en un rato libre. Aprendieron que la amistad, como el deporte, requiere trabajo en equipo y siempre se disfruta más con risas.

FIN.

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