La Aventura en la Granja de Don Manuel



Era un día soleado en el pequeño pueblo de Valle Verde. Los niños de la escuela estaban entusiasmados porque esa tarde harían una visita a la granja de Don Manuel, un amable anciano que siempre tenía historias fascinantes que contar sobre sus animales.

Cuando llegaron a la granja, los niños corrieron hacia el corral donde estaban los animales. Había gallinas, patos, vacas y un enorme cerdo llamado Ramón.

"¡Miren cuántos animales!" - exclamó Sofía, la más curiosa del grupo.

"Yo quiero acariciar a las vacas" - dijo Tomás, un niño muy valiente.

"¡Yo quiero jugar con los patitos!" - agregó Ana.

Don Manuel apareció con una sonrisa.

"¡Bienvenidos a mi granja! Espero que estén listos para aprender y divertirse." - dijo él enérgicamente.

Los niños se dividieron en grupos. Sofía y Tomás se acercaron a las vacas.

"¿Puedo darle de comer?" - preguntó Sofía.

"Claro, solo toma un poco de heno y hazlo con cuidado. Les gusta mucho tomarlo de la mano." - respondió Don Manuel, mientras mostraba cómo hacerlo.

Mientras tanto, Ana estaba observando a los patitos, que chapoteaban felices en el pequeño estanque.

"¡Son tan adorables!" - dijo Ana.

"Sí, pero debes recordar que son muy delicados. Debemos ser responsables con ellos." - explicó Don Manuel.

Luego, Don Manuel llevó a los niños al gallinero.

"Aquí están mis gallinas. Cada día ponen huevos frescos, y eso es lo que las hace tan especiales." - comentó.

"¡Yo quiero ayudar a recoger los huevos!" - dijo Tomás con entusiasmo.

"¡Yo también!" - agregó Sofía.

Don Manuel rió y les dio una canasta para que fueran a buscar los huevos. Mientras recolectaban, se dieron cuenta de que algunas gallinas estaban un poco inquietas.

"¿Por qué las gallinas se mueven tanto?" - preguntó Sofía.

"Debemos ser amigos de los animales y entender sus comportamientos. Tal vez están asustadas por algún ruido o movimiento." - explicó Don Manuel.

De repente, un fuerte ruido los asustó a todos. Era Ramón, el cerdo, que se había escapado de su corral y estaba correteando por el campo.

"¡Ay no! ¡Ramón se ha escapado!" - gritaron los niños.

"No se preocupen, vamos a ayudar a Don Manuel a encontrarlo." - dijo Tomás decididamente.

Juntos, los niños fueron detrás de Ramón, riendo y tratando de atraparlo, mientras el cerdo corría feliz por el campo.

"¡Vengan! ¡Lo puedo ver cerca de los árboles!" - gritó Sofía.

"¡No te alejes, Ramón!" - identificó Ana riendo. Finalmente, con un poco de ingenio y con la ayuda de un poco de comida especial que Don Manuel trajo, lograron atraer a Ramón de nuevo al corral.

"¡Lo logramos! ¡Ramón está a salvo!" - exclamó Tomás aliviado.

"Sí, pero debemos aprender a cuidar mejor de los animales, a ser responsables y no improvisar." - agregó Don Manuel.

Al final de la tarde, mientras el sol se ocultaba, los niños se sentaron a descansar en un hermoso prado.

"Hoy fue increíble. Aprendimos mucho sobre los animales." - dijo Sofía.

"Sí, y también nos divertimos un montón. Podemos regresar y ayudar a Don Manuel otra vez, ¿verdad?" - dijo Ana.

"Por supuesto! Siempre es bueno ayudar y aprender de los demás." - concluyó Tomás.

Y así, los niños regresaron a sus casas, llenos de aprendizajes y experiencias que contar, esperando con ansias su próxima aventura en la granja de Don Manuel.

FIN.

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