La aventura en la Laguna Esmeralda



En una soleada mañana de primavera, los niños del jardín Clelio P. Villaverde estaban muy emocionados porque iban a realizar un paseo a la Laguna La Verde en San Cristóbal.

Todos estaban listos con sus gorras, protector solar y mucha energía para disfrutar de un día al aire libre. El viaje en el ómnibus escolar fue muy divertido, cantaron canciones y jugaron a las adivinanzas durante el trayecto.

Finalmente, llegaron a la laguna y quedaron maravillados por su belleza: el agua cristalina reflejaba el cielo azul y los árboles verdes que la rodeaban. - ¡Qué lindo lugar! -exclamó Martina, una niña curiosa con trenzas rubias. - Sí, es hermoso.

Parece sacado de un cuento -respondió Juanito, un niño travieso con pecas en la cara. La maestra Laura les explicó que la Laguna La Verde era un ecosistema importante donde vivían varias especies de animales y plantas.

Les dijo que debían cuidarla y respetarla, no arrojando basura ni molestando a los seres vivos que habitaban allí. Los niños asintieron con seriedad y se dispusieron a explorar el lugar. Caminaron por los senderos de tierra, observando mariposas multicolores y escuchando el canto de los pájaros.

De repente, escucharon un chapoteo en el agua y vieron a un patito nadando felizmente. - ¡Miren ese patito! ¡Es tan lindo! -exclamó Sofía, una niña risueña con coletas.

- Sí, tenemos que cuidar también a nuestros amiguitos patitos -dijo Tomás, un niño responsable con anteojos. Después de recorrer la laguna, los niños se sentaron en la orilla para comer su merienda. Compartieron galletitas caseras y jugo mientras conversaban sobre todo lo que habían visto y aprendido ese día.

De pronto, escucharon unos ruidos extraños provenientes del bosque cercano. Todos se pusieron nerviosos hasta que vieron salir corriendo a un zorrito juguetón que se acercó curioso hacia ellos.

- ¡Es un zorro! ¡Qué bonito! -gritó emocionada Valentina, una niña aventurera con una bufanda colorida. - Sí, es adorable. Pero recuerden mantenerse alejados y no darle comida humana -advirtió la maestra Laura. El zorrito los miraba con sus ojos avispados mientras correteaba alrededor de ellos.

Los niños reían felices viendo al pequeño animal tan cerca pero respetando su espacio natural. Al finalizar el día, regresaron al jardín Clelio P. Villaverde cansados pero felices por todas las experiencias vividas en Laguna La Verde.

Habían aprendido sobre la importancia del cuidado del medio ambiente y cómo convivir respetuosamente con todos los seres vivos que comparten nuestro planeta.

Y así terminó este inolvidable paseo escolar donde los niños descubrieron la magia de la naturaleza gracias a su visita a Laguna La Verde en San Cristóbal.

FIN.

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