La Aventura en la Plaza



Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires y un grupo de niños se reunió en la plaza del barrio. Había cuatro amigos: Tomás, Sofía, Lucas y Valentina. La plaza estaba llena de risas, juegos y un aire de aventura.

"¡Vamos a jugar a la escondida!" - propuso Sofía, con una sonrisa en su rostro.

"Sí, yo quiero ser el que cuenta primero" - dijo Lucas emocionado.

Los cuatro se pusieron de acuerdo y Lucas comenzó a contar mientras los demás corrían a esconderse.

"Uno, dos, tres..." - contaba Lucas, mientras su voz resonaba entre los árboles. Números estaban en el aire, llenos de expectativa.

Tomás se metió detrás de un banco y sofía se escondió detrás de un arbusto. Valentina, que era un poco más traviesa, buscó el lugar más inusual y decidió subirse a una rama baja de un árbol.

Cuando Lucas terminó de contar, comenzó a buscar a sus amigos.

"¿Dónde estarán?" - murmuró mientras miraba detrás de los bancos y debajo de las mesas de pic-nic.

Después de un rato, encontró a Sofía y a Tomás. Pero Valentina no aparecía por ningún lado.

"¡Valentina!" - gritó Lucas.

"¡Acá estoy!" - respondió Valentina desde la altura, riéndose y moviendo sus pies. Todos miraron hacia arriba y comenzaron a reír, pero Lucas sabía que eso no era del todo seguro.

"Valen, tené cuidado, bajá mejor" - le dijo Tomás.

Valentina se asomó y se dio cuenta del riesgo que había corrido. Aunque se había divertido al principio, comprendió que jugar de manera segura era más importante.

"Está bien, voy a bajar" - dijo, mientras cuidadosamente se deslizaba de la rama.

Una vez en el suelo, el grupo decidió jugar otro juego. Fue entonces que Sofía recordó algo.

"¿Quieren que hagamos una búsqueda del tesoro?" - preguntó entusiasmada.

"¿Pero quién va a ser el que esconda las cosas?" - cuestionó Lucas, rascándose la cabeza.

"Yo puedo hacerlo, tengo muchas cosas en mi casa que puedo esconder aquí" - ofreció Tomás.

Y así fue como Tomás se convirtió en el encargado de esconder los objetos. Mientras tanto, sus amigos decidieron que debían formar equipos para hacer la búsqueda más emocionante.

"Yo elijo a Sofía" - dijo Valentina.

"Entonces yo elijo a Lucas" - respondió Tomás.

"¡Listos, listos, listos!" - gritó Tomás mientras empezaba a esconder los objetos en diferentes lugares de la plaza.

Pocos minutos después, la búsqueda comenzó. Los niños corrían de un lado a otro, observando el parque, moviendo árboles y explorando cada rincón.

"¡Miren! ¡Acá hay una pelota!" - gritó Lucas al encontrar uno de los objetos escondidos.

"Genial, ¡seguí buscando!" - le animó Sofía, mientras buscaban con todas sus fuerzas.

Después de un rato, ya habían encontrado casi todos los objetos y solo quedaba uno por descubrir, el más importante: un libro de cuentos. Todos estaban desbordantes de energía, pero el tiempo empezaba a acabarse.

"Tenemos que trabajar en equipo para encontrarlo!" - dijo Valentina.

Se formaron en círculo y comenzaron a pensar en los lugares donde podría haber escondido Tomás el libro.

"¿Y si está detrás de la fuente?" - sugirió Sofía.

"O tal vez debajo del columpio..." - propuso Lucas.

Finalmente, se dirigieron hacia la fuente. Al asomarse, no había libro. Pero justo cuando estaban a punto de rendirse, Tomás apareció riendo.

"¿Buscan este libro?" - dijo mientras levantaba el libro que había escondido dentro de su mochila.

Todos se miraron, riendo a carcajadas.

"¡Serás tramposo!" - le dijeron entre risas.

"Pero fue muy divertido, ¡ustedes nunca lo encontraron!" - respondió Tomás.

El día concluyó con todos disfrutando de un picnic que había preparado Sofía con la ayuda de sus familias. Se sentaron en el césped, compartiendo sus meriendas, riendo y contando historias.

"¿Saben qué? Me encantó jugar con ustedes hoy" - dijo Valentina.

"A mí también. ¡Deberíamos hacerlo más seguido!" - comentó Lucas, mientras tomaba un sándwich.

Así, el grupo de amigos se dio cuenta de que no solo jugar era importante, sino también compartir, colaborar y cuidarse unos a otros. Y esa lección, guardada en sus corazones, les acompañaría en cada nueva aventura que viviesen juntos en la plaza.

Fin.

FIN.

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