La Aventura en la Selva Brasileña



Era un día soleado en un pequeño pueblo del estado de Amazonas, Brasil. Lucas, un niño curioso de diez años, estaba emocionado porque su abuelo José le había contado historias sobre la selva y sus increíbles paisajes. Hoy, Lucas decidió que iba a explorar un poco por su cuenta.

"¡Voy a descubrir cosas asombrosas!" - dijo Lucas, llevando su mochila llena de galletitas y una linterna justo por si necesitaba.

Mientras caminaba por un sendero cercano, Lucas escuchó un ruido raro entre los árboles.

"¿Qué será eso?" - se preguntó. Siguió el sonido y, para su sorpresa, encontró a un adorable mono llamado Tito que intentaba abrir una fruta de un árbol.

"¡Hola, mono!" - dijo Lucas con una sonrisa. "¿Te gustaría que te ayude?"

"¡Hola!" - respondió Tito, que hablaba con una voz juguetona. "Soy Tito. ¡Estoy buscando la fruta más deliciosa de toda la selva!"

"¡Yo soy Lucas! ¡Puedo ayudarte a encontrarla!" - ofreció el niño entusiasmado.

Lucas y Tito comenzaron su aventura explorando la densa selva. Mientras caminaban y conversaban, Tito le enseñó a Lucas sobre las diferentes plantas y animales que encontraban.

"Mirá esa planta, Lucas. ¡Es una bromelia!" - señaló Tito. "Las ranas pasan mucho tiempo ahí porque les gusta el agua."

"¡Qué genial!" - respondió Lucas. "No sabía que había tanto por aprender en la selva."

De repente, un ruido fuerte los asustó. Era un grupo de pájaros que volaban asustados. Lucas y Tito se acercaron con cuidado para ver qué sucedía. Al mirar más de cerca, notaron que un árbol grande había caído sobre el camino, bloqueando su ruta.

"¡Oh no! ¿Cómo vamos a encontrar la fruta ahora?" - exclamó Lucas, preocupado.

"Podemos rodearlo, ¡seguro encontraremos otro camino!" - sugirió Tito, animado.

Así que decidieron seguir el nuevo sendero. Pronto, comenzaron a ver flores brillantes y mariposas de colores.

"Mirá esas mariposas, Lucas. Son como joyas voladoras" - dijo Tito.

"¡Son hermosas! ¿Crees que una de ellas nos guiará a la fruta?" - preguntó Lucas con una sonrisa.

Decidieron seguir a una mariposa azul que parecía danzar en el aire. Después de varios minutos, la mariposa los llevó a un claro donde brillaba el sol. En el centro, había un árbol enorme con las frutas más ricas que jamás habían visto.

"¡La fruta mágica!" - exclamó Tito con alegría. "¡Lo logramos, Lucas!"

"¡Sí! ¡Es hermosa! Vamos a probarla juntos" - dijo Lucas, lleno de emoción.

Ambos subieron al árbol, y juntos recogieron las frutas. Mientras las comían, se dieron cuenta de que tenían un sabor delicioso y una textura increíble. De repente, Tito hizo una mueca.

"¡Oh no, Lucas! ¡Mira allá!"

"¿Qué pasa?" - preguntó Lucas, mirando hacia donde Tito señalaba.

"Un grupo de tortugas está atrapado en un charco. Necesitamos ayudarles." - dijo Tito, preocupado.

Rápidamente, Lucas y Tito corrieron hacia el charco. Allí vieron a las tortugas intentando salir del barro.

"¡No se preocupen, vamos a ayudarles!" - gritó Lucas.

"Sí! ¡Sujétense fuerte!" - agregó Tito.

Con mucho esfuerzo, Lucas y Tito comenzaron a empujar y a coaxillar a las tortugas hasta que, poco a poco, lograron rescatarlas. Las tortugas, agradecidas, comenzaron a bailar alrededor de ellos.

"Gracias, gracias!" - decían las tortugas. "¡Nunca habríamos salido sin ustedes!"

"¡Todo lo que hicimos valió la pena!" - sonrió Lucas, sintiéndose contento.

Al final del día, Lucas y Tito regresaron al pueblo cargando frutas, historias, y, sobre todo, la satisfacción de haber ayudado a otros. Lucas sabía que había aprendido mucho más de lo que imaginaba.

"Gracias por ser mi amigo, Tito. Eres el mejor guía en la selva" - dijo Lucas mientras se despedían.

"Y tú, el mejor compañero de aventuras. ¡Siempre habrá más por descubrir!" - respondió Tito.

Desde entonces, Lucas no solo disfrutó de la selva, sino que se convirtió en su protector, aprendiendo a cuidar y a respetar todo lo que la naturaleza le ofrecía.

FIN.

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