La Aventura en la Selva de Leo



Era un día soleado en la selva y Leo, un niño lleno de energía y curiosidad, despertó con una gran sonrisa. Después de un buen desayuno, salió de su cabaña lista para jugar con sus amigos. Pero, al mirar a su alrededor, se dio cuenta de que no sabía dónde estaban. - ¡Oh, no! ¡Mis amigos! - exclamó Leo, un poco preocupado. Entonces decidió que debía encontrarlos uno a uno.

Su primera parada fue cerca de un gran árbol donde sabía que le gustaba descansar a su amigo leopardo. - Leopardo, ¿dónde estás? - gritó Leo mientras buscaba entre las hojas. En ese momento, escuchó un suave y característico sonido. - ¡Grrr! - resonó la voz del leopardo.

Leo sonrió y se acercó. - ¡Leopardo, amigo mío! - dijo contento. - ¡Hola, Leo! - respondió el leopardo, estirándose. - Estaba tomando una siesta en mi lugar favorito. ¿Y vos qué hacés acá?

- Estoy buscando a todos mis amigos. ¿Quedamos en encontrarnos? - preguntó Leo. - ¡Claro! Te acompaño, - dijo el leopardo mientras se unía a la búsqueda.

Continuaron su camino y pronto llegaron al río. - ¡Cocodrilo! - gritó Leo. Pero no había respuesta. El leopardo lo miró. - Tal vez está debajo del agua. - Y mientras decían esto, de pronto salió a la superficie un gran cocodrilo. - ¡Hola, Leo! - grito el cocodrilo, mientras hacía un sonido con su enorme boca. - ¡Sssssss!

- ¡Cocodrilo, qué sorpresa! - dijo Leo. - Estoy buscando a todos. - ¡También voy! - dijo el cocodrilo. El grupo de amigos creció un poco más, y juntos continuaron su aventura.

Pronto encontraron a su amigo el oso, que estaba leyendo un libro bajo la sombra de un árbol. - ¿Qué hacen, amigos? - preguntó el oso al notar su presencia. - Estamos buscando a todos. - Leo se entusiasmó. - ¡Ven con nosotros! - insistieron.

- ¡Sí, qué divertido! - dijo el oso dejando caer su libro. - ¡Vamos! - Y juntos avanzaron polvorientos hasta encontrar al elefante, que estaba haciendo una lluvia de polvo con su trompa. - ¡Elefante! - exclamó Leo. - ¡Hola, chicos! - respondió el elefante mientras movía su trompa, creando hermosas figuras en el aire. - Cada vez que me llamás, me emociono. ¿Qué necesitan? – preguntó.

- Queremos que te unas a nuestra búsqueda - dijo el leopardo. - ¡Claro que sí! - El elefante accedió mientras se sacudía, haciendo que unas hojas cayeran alrededor. El grupo ahora era más grande. Pero Leo aún sentía que faltaban algunos amigos.

- ¿Dónde estarán el león y la rana? , preguntó Leo mientras avanzaban juntos a través de la selva. De repente, escucharon un rugido profundo. - ¡Eso debe ser el león! - gritaron todos al unísono. Se acercaron a la cueva del león.

- ¡León! - llamó Leo, y el león apareció con su majestuosa melena al viento. - ¡Hola, amiguitos! - rugió con alegría. - Estaba practicando un nuevo rugido, ¿qué necesitan? - No nos voy a creer, estamos buscando a la rana. - El león sonrió. - Yo tengo ganas de cantar, acompáñenme. - Y así, uno a uno fueron saliendo de sus escondites y se unieron a ellos.

Después de varias travesuras y juegos, se dieron cuenta de que había una amiga más que faltaba: la rana. Todos juntos comenzaron a llamarla. - ¡Rana! - gritaron al unísono. Pero, nada pasaba. Entonces, el elefante tuvo una idea. - ¡Hagamos un canto alegre y alegre! Todos comenzaron a cantar y a bailar al ritmo de los sonidos de la selva.

De pronto, un pequeño croar resonó. - ¡Croa, croa! - dijo la rana, que finalmente se asomó de detrás de un arbusto. - ¡Hola, amigos! - se unió a la fiesta. - ¿Por qué me dejaron out? ! - rió nerviosamente mientras los demás la abrazaban.

¡Todos estaban juntos! Leo respiró aliviado y sonrió. - ¡Gracias a ustedes, por ayudarme a encontrarlos! - les dijo, feliz - Aprendí que aunque estemos separados, siempre podemos encontrar la forma de volver a estar juntos.

Y así, el grupo siguió jugando por la selva, celebrando su amistad y disfrutando de cada momento juntos, sabiendo que la unión y el trabajo en equipo son la clave para resolver cualquier problema.

Desde entonces, Leo nunca olvidó la importancia de cuidar a sus amigos y estar siempre alerta para disfrutar juntos.

La selva resonaba con risas y sonidos, y Leo sabía que en su corazón había un lugar especial para cada uno de sus amigos.

FIN.

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