La Aventura en la Sierra Negra



Era un hermoso día de primavera cuando Gancel y Gretel, dos hermanos de la ciudad, se preparaban para su primer campamento escolar en la Sierra Negra, en el estado de Veracruz. Su profesor de educación física, el querido profesor Javier, había organizado el viaje junto a un grupo de compañeros de clase.

"¡No puedo creer que finalmente vayamos a acampar!" - exclamó Gancel, emocionado mientras revisaba su mochila.

"Sí, va a ser increíble. Espero que veamos muchos animales y hagamos fogatas" - añadió Gretel, envolviendo un libro sobre plantas y animales.

El grupo llegó a la sierra y montaron sus tiendas de campaña cerca de un río cristalino. Esa noche, bajo un cielo lleno de estrellas, el profesor Javier les contó historias sobre la naturaleza que los rodeaba.

"¿Sabían que cada estrella tiene su propia historia?" - dijo el profesor mirando al cielo.

"¡Yo quiero conocer todas las historias!" - dijo Gancel entusiasmado.

"Yo prefiero contar las de la tierra y los árboles" - respondió Gretel, mirando un gran roble cercano.

Al día siguiente, el grupo emprendió una excursión por un sendero marcado. Mientras caminaban, Gancel y Gretel se sentían cada vez más emocionados. De repente, escucharon un ruido fuerte entre los arbustos.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Gancel con un poco de miedo.

"No lo sé, pero tal vez deberíamos investigar" - sugirió Gretel, que siempre era la más atrevida de los dos.

Con paso firme, los hermanos se acercaron y descubrieron un pequeño zorrito atrapado en una trampa.

"¡Pobrecito!" - exclamó Gretel.

"Debemos ayudarlo" - insistió Gancel.

"Pero... ¿y si está asustado?" - se preocupó Gretel.

Un momento después, el profesor Javier llegó con el resto del grupo.

"Chicos, ¿qué pasa aquí?" - preguntó al ver al zorrito.

"Está atrapado y necesitamos ayudarlo" - respondió Gancel.

El profesor asintió con la cabeza.

"Es muy importante respetar a todos los seres vivos. Debemos liberarlo sin lastimarlo. Los cuidadores de la naturaleza aprendemos así" - dijo, mientras comenzaba a trabajar en la trampa.

Con cuidado, el grupo logró liberar al zorrito, que salió corriendo al bosque.

"¡Hicimos el bien!" - gritaron Gancel y Gretel al unísono.

"Es una parte de nuestra responsabilidad cuidar de la naturaleza" - dijo el profesor Javier, orgulloso de su clase.

Esa noche, alrededor de la fogata, los niños comenzaron a hablar sobre lo que habían aprendido.

"Nunca había pensado que era tan importante proteger a los animales" - reflexionó Gretel.

"Y descubrir cómo funcionan los ecosistemas es fascinante" - añadió Gancel, mirando las llamas danzantes.

Gancel y Gretel se prometieron que, una vez de vuelta a casa, contarían a sus amigos sobre su experiencia y compartirían la importancia de cuidar la naturaleza.

El campamento continuó lleno de aventuras, exploraciones y nuevos aprendizajes. Los hermanos se convirtieron en los defensores del medio ambiente de su clase, llevando mensajes sobre la protección de la fauna y la flora.

"Haremos una campaña para recoger basura en el parque de la ciudad" - propuso Gancel un día.

"Y podemos invitar a más chicos a unirse. ¡Todos podemos ayudar!" - agregó Gretel con una gran sonrisa.

La experiencia en la Sierra Negra no solo les brindó recuerdos inolvidables, sino también un nuevo propósito: sembrar la semilla del respeto y cuidado de la naturaleza en sus corazones y en los de sus compañeros. Sabían que pequeños actos podían generar grandes cambios. Como les decía el profesor Javier, "la naturaleza es nuestra casa y debemos cuidarla como tal".

De regreso a la ciudad, los hermanos se sintieron más conectados con la naturaleza y decidieron transmitírselo a todas las personas que conocieran, cumpliendo así con su promesa. Juntos habían comenzado una aventura que cambiaría no solo sus vidas, sino también la de quienes los rodeaban.

FIN.

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