La Aventura en Marsella 3
En un barrio de Buenos Aires llamado Marsella 3, había un grupo de amiguitos que soñaban con ser grandes investigadores. Lucía, Joaquín, Sofía y Tomás pasaban sus días jugando en el parque, pero un día decidieron que tenían que hacer algo más emocionante, así que formaron la "Equipo de Investigadores de Marsella 3".
"¡Vamos a descubrir el misterio de los gatos desaparecidos del barrio!" propuso Lucía entusiasmada.
"¡Sí! Como en las películas de detectives!" agregó Joaquín, que siempre había querido llevar una lupa.
"Pero, ¿dónde empezamos?" preguntó Sofía, que era muy buena para hacer mapas.
Tomás, que siempre tenía buenas ideas, sugirió investigar a fondo. Juntos crearon un mapa del barrio y anotaron los lugares donde habían visto a los gatos por última vez.
"Primero, vamos a la plaza. Allí suele estar el gato que tiene rayas y siempre duerme en el banco junto al árbol. ¡Vamos!" dijo Tomás.
Cuando llegaron a la plaza, se encontraron con Don Alfredo, un anciano que solía alimentar a los gatos que pasaban.
"¡Hola, chicos! ¿Qué hacen aquí tan temprano?" preguntó Don Alfredo, con una sonrisa.
"Estamos buscando a los gatos desaparecidos, Don Alfredo, ¿los ha visto?" respondió Sofía.
"Sí, el otro día vi al gatito negro cerca de la casa de la señora Rosa..." respondió él, mirando con nostalgia hacia la calle.
Emocionados por la pista, los cuatro amigos decidieron ir a la casa de la señora Rosa. Al llegar, tocaron la puerta y fue la señora Rosa quien les recibió.
"¡Hola, niños! ¿Qué los trae por aquí?" preguntó con curiosidad.
"Estamos buscando a los gatos que han desaparecido, y Don Alfredo nos dijo que había visto uno aquí. ¿Sabe algo?" inquirió Lucía.
La señora Rosa sonrió y dijo:
"Sí, creo que mi gato, Paco, se ha ido a jugar al parque otra vez. A veces desaparece por horas. ¡Es muy travieso!"
Los niños se rieron y decidieron que debían buscar a Paco en el parque, así que empacaron sus cosas y corrieron hacia allí. Al llegar, se encontraron con un grupo de niños que estaban jugando a la pelota.
"¡Chicos! ¿No han visto a un gato negro que se llama Paco?" preguntó Joaquín, muy emocionado.
"Sí, lo vi hace un ratito jugando con el perro de la señora Marta" dijo una niña del grupo.
Los investigadores se miraron entre ellos, sabiendo que estaban cada vez más cerca de resolver el misterio.
"¡Vamos a buscar a Paco entonces!" gritó Sofía, y ambos grupos se unieron a la búsqueda.
Después de buscar un rato, finalmente, escucharon un maullido en el parque. Corrieron hacia el sonido y encontraron a Paco en la cima de un árbol, maullando con fuerza.
"¡Paco! ¡¿Qué haces ahí? !" gritó Tomás, asomándose abajo.
Pero Paco no parecía tener intenciones de bajar, y los niños empezaron a pensar en cómo ayudarlo.
"¡Necesitamos un plan!" dijo Lucía, pensando rápidamente.
"Podríamos intentar atraerlo con algo de comida", sugirió Joaquín.
Entonces, Sofía sacó de su mochila un pedazo de atún que había traído para el almuerzo.
"¡Miren! Aquí tenemos atún, Paco!" exclamó Sofía, mientras agitaba el atún en el aire.
Y así fue como Paco, atraído por el olor delicioso, comenzó a descender lentamente del árbol. Todos los niños aplaudieron de alegría.
"¡Lo logramos!" gritaron al unísono.
Una vez que Paco estuvo en el suelo, todos se pusieron muy felices y comenzaron a acariciarlo, asegurándose de que el gato estuviera bien.
"Gracias, chicos. Son verdaderos investigadores" dijo la señora Rosa cuando se enteró de la aventura.
"No hay de qué, señora. ¡Fue una gran aventura!" respondió Tomás con una sonrisa.
A partir de ese día, el barrio de Marsella 3 no solo se quedó con los gatos saludables, sino también con un grupo de pequeños investigadores que aprendieron el valor de la amistad, la curiosidad y el trabajo en equipo. Y así, cada vez que un gato desaparecía, todo el barrio sabía que los mejores investigadores estaban listos para la próxima aventura.
Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado!
FIN.