La Aventura en Oxapampa



Era un hermoso día de primavera cuando Gladys y Alfredo decidieron que era el momento perfecto para embarcarse en una nueva aventura. Con los pasajes en mano, se acercaron a la terminal de bus.

"¡Qué emoción, Gladys! No puedo esperar para ver las montañas y respirar ese aire puro de la selva tropical de Oxapampa", exclamó Alfredo con una sonrisa.

"Sí, amor. Y no olvides que también quiero probar la deliciosa comida peruana", respondió Gladys entusiasmada.

Luego de un largo viaje, finalmente llegaron a Oxapampa, donde fueron recibidos por la frescura del bosque y el canto de los pájaros. Una vez que se acomodaron en su acogedor hospedaje, comenzaron a planear sus días llenos de sorpresas.

**Día 1: Encuentro con la Naturaleza**

Al día siguiente, decidieron hacer una excursión a la famosa "Catarata El León".

"¿Sabías que esta catarata tiene más de 30 metros de altura?", le comentó Alfredo a Gladys mientras caminaban.

"¡Increíble! Espero que podamos sacarnos fotos ahí", dijo ella emocionada.

Al llegar, la vista era impresionante, y el sonido del agua cayendo era una música celestial. Pero, en un giro inesperado, mientras tomaban selfies, ¡Gladys perdió su cámara en el arroyo!"Oh no, mi cámara", gritó Gladys.

"No te preocupes, vamos a buscarla juntos", dijo Alfredo decidido.

Tras un rato de búsqueda, un pequeño pez curioso salió del agua y, como si entendiera la tristeza de Gladys, le mostró el camino hacia la cámara atrapada entre unas rocas.

"¡Mirá, ahí está!", exclamó Alfredo, y juntos lograron recuperar la cámara.

"¡Gracias, pequeño pez!", gritó Gladys riendo.

**Día 2: Cultura y Tradiciones**

El segundo día decidieron visitar la plaza principal donde se celebraba la feria de artesanías.

"Mirá todas esas cosas hermosas", dijo Gladys mientras observaba las coloridas obras de arte.

"Sí, cada una cuenta una historia de esta tierra", respondió Alfredo.

Decidieron comprar un sombrero típico de la región. Mientras paseaban, conocieron a una abuelita que vendía alfajores de miel.

"¿Pueden probar uno? Se los recomiendo", dijo la abuela con una sonrisa.

"¿Y si nos enseña a hacerlos?", sugirió Gladys.

La abuelita accedió, y pronto Gladys y Alfredo estaban cocinando en la cocina de la abuela, llenando la casa de risas y dulces aromas.

**Día 3: Aventura en la Selva**

El tercer día despertaron muy temprano para hacer un tour de aventura por la selva.

"¡Hay que prepararnos para atravesar puentes colgantes!", dijo Alfredo con entusiasmo.

"¡Eso suena increíble!", respondió Gladys.

Cuando llegaron al primer puente colgante, Alfredo sintió un poco de miedo.

"No sé si puedo hacerlo, Gladys", confesó.

"Vamos juntos, yo estoy a tu lado. Confía en ti mismo", alentó ella.

Así, tomados de la mano, cruzaron el puente. Alfredo se sintió más valiente y comenzó a disfrutar de la vista.

"Mira, ¡las mariposas!", gritó emocionado.

De regreso, se toparon con un grupo de jóvenes que danzaban una música tradicional.

"¿Quieren unirse a nosotros?", preguntó uno de ellos.

"¡Sí!", gritaron ambos al unísono.

Se unieron a la danza, riendo y disfrutando cada momento.

**Día 4: El Encuentro con el Cacao**

El cuarto día, decidieron visitar una plantación de cacao.

"Siempre he querido aprender sobre el chocolate", dijo Gladys.

"A mí también. Será un día delicioso", agregó Alfredo sonriendo.

Conocieron la historia del cacao, desde la planta hasta el chocolate que todos amamos.

"¿Sabías que el cacao era considerado un regalo de los dioses?", preguntó el guía.

"No lo sabía, ¡qué interesante!", dijo Gladys.

Al final del tour, tuvieron la oportunidad de probar diferentes tipos de chocolate y hasta hacer su propia barra.

"¡Esto está riquísimo!", exclamó Alfredo mientras disfrutaba su creación.

"¡Quiero llevarme un poco para casa!", dijo Gladys, con los ojos brillantes.

**Día 5: La Despedida Mágica**

El último día llegó y decidieron disfrutar de un tranquilo día explorando el pueblo. Se despidieron de cada lugar, cada persona y cada experiencia vivida.

"Este lugar es mágico, nunca lo voy a olvidar", dijo Gladys mientras miraba por la ventana del bus.

"A mí también me dejó un hermoso recuerdo, amor", añadió Alfredo, tomándole la mano.

Al regresar a casa, llevaban consigo no solo recuerdos, sino también nuevas amistades, recetas secretas y un espíritu renovado. Volvieron a su vida cotidiana, pero sabían que siempre llevarían un pedacito de Oxapampa en su corazón.

Cada vuelta de su viaje les enseñó que, aunque a veces las cosas no salgan como uno espera, siempre hay un giro mágico que puede convertir ese momento en una hermosa aventura.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!