La Aventura en Santa María del Valle



En el lindo pueblo de Santa María del Valle, las palomas y las ranas convivían en armonía, aunque cada uno tenía su forma de ver el mundo. La paloma, llamada Lía, disfrutaba de volar alto entre los árboles y contemplar el paisaje hermoso del valle. La rana, llamada Tito, pasaba su tiempo en el estanque croando y soñando sobre el cielo que veían sus ojos verdes desde la superficie del agua.

Una mañana soleada, Lía decidió que era un buen día para explorar más allá del pueblo. Estaba ansiosa por conocer nuevos lugares y hacer nuevos amigos. Cuando se encontró con Tito, le dijo:

"¡Hola, Tito! ¿Te gustaría venir conmigo a explorar el bosque que hay más allá del estanque?"

"¿Explorar? Suena divertido, pero no sé si estoy listo para eso. Tengo miedo de lo que pueda encontrar más allá de aquí"

concupió Tito.

"No hay nada de qué preocuparse. ¡Seguro que será una gran aventura!"

animó Lía.

Tito estaba dudoso, pero el entusiasmo de su amiga le contagió un poco de valor. Finalmente, decidió acompañarla.

Mientras caminaban, Lía y Tito encontraron un camino cubierto de flores multicolores. Tito se emocionó por la belleza y se olvidó de sus miedos por un momento.

"¡Mirá, Lía, cuántas flores! Nunca había visto algo así"

exclamó, saltando alegremente.

"¡Son hermosas!"

sonrió Lía,

"Pero hay más por descubrir, vení, sigamos."

Al avanzar, de repente escucharon un ruido extraño. Ambos se detuvieron y miraron a su alrededor con curiosidad. Entonces, notaron un pequeño arbusto moviéndose. Lía miró a Tito y le dijo:

"¿Te atrevés a acercarte?"

"No lo sé... ¿y si es un monstruo?"

Tito estaba temeroso, pero Lía decidió acercarse primero. Con cautela, se acercó al arbusto y, al separarlo, apareció un pequeño zorrino que parecía estar atrapado en un lazo.

"¡Ayuda, por favor!"

pide el zorrino.

"No tengas miedo, vamos a ayudarte," dijo Lía, viendo que Tito la observaba con gran preocupación.

"¿Pero no puede ser peligroso?"

Tito replicó.

"Si no hacemos algo, el pobre animalito puede lastimarse. ¡Vení, necesito tu ayuda!"

Así, con valentía, Lía y Tito se acercaron al zorrino. Tito, viendo que Lía no dudaba, comenzó a sentir otra vez ese entusiasmo por ayudar. Con mucho cuidado y astucia, lograron liberar al zorrino del lazo.

"¡Gracias! No sé qué hubiera hecho sin ustedes. Soy el zorrino Zapi"

dijo el pequeño, temblando un poco.

"No hay problema, Zapi. Nos alegra haberte ayudado," respondió Lía.

"¡Sí! ¡Ahora somos amigos de aventura!"

aseguró Tito, sonrojándose un poco.

Continuaron su camino juntos, compartiendo historias y riendo. Pasearon por praderas, ríos y montañas. En un momento, llegaron a un hermoso claro donde podían ver todo el valle.

"¡Miren qué vista!" exclamó Lía.

"Es increíble, nunca pensé que el mundo fuera tan grande" admitió Tito.

Sin embargo, el cielo comenzó a nublarse y unos truenos lejanos empezaron a sonar.

"Uh, creo que viene una tormenta, tenemos que buscar refugio" dijo Zapi preocupado.

"¡Rápido! Sigamos este camino," sugirió Lía.

Corrieron hacia un árbol grande y frondoso donde pudieron resguardarse. Mientras esperaban que pasara la tormenta, comenzaron a hablar sobre lo que habían aprendido en su aventura.

"Me di cuenta que a veces hay que dejar atrás los miedos para poder conocer cosas nuevas," dijo Tito.

"Eso es cierto. Y juntos somos más fuertes. ¡Siempre podemos ayudarnos entre amigos!" contestó Lía.

La tormenta pasó, y cuando salieron de su refugio, el sol brillaba de nuevo.

"¡Miren el arcoíris!" exclamó Zapi.

"Qué hermoso. Esta aventura ha sido genial," dijo Lía.

"Y lo mejor de todo, tenemos nuevos amigos," agregó Tito, sintiéndose lleno de alegría.

Esa tarde, regresaron a Santa María del Valle con el corazón lleno de nuevas experiencias y risas.

Desde entonces, Lía, Tito y Zapi se reunían cada tarde para contar un nuevo cuento, seguir explorando y recordar la importancia de enfrentar los miedos juntos.

Y así, en el hermoso pueblo de Santa María del Valle, la amistad entre una paloma, una rana y un zorrino se fortaleció con cada aventura, demostrando que con valentía y apoyo mutuo, todo es posible.

FIN.

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