La Aventura Espacial de Lúcido y Marti



En un rincón lejano del universo, había un joven astronauta llamado Lúcido. Desde que era pequeño, su mayor sueño era visitar la Luna y conocerla en persona. Cada noche, miraba las estrellas y soñaba con el brillo plateado de su satélite preferido. Pero un día, mientras se preparaba para su primer viaje, algo extraordinario sucedió.

"¡Lúcido! ¡La nave está lista!" gritó su amigo y asistente, un pequeño marciano llamado Marti, con su piel verde y ojos grandes.

"¡Sí, Marti! ¡Estamos por despegar!" respondió Lúcido, emocionado. Sin embargo, cuando la nave comenzó a ascender, un fuerte estruendo resonó en el espacio.

"¡¿Qué está pasando? !" exclamó Lúcido.

La nave explotó en chispas de colores y las partes volaron en diferentes direcciones, aterrizando en siete planetas desconocidos. Lúcido se encontró flotando en el vacío del espacio mientras Marti le decía:

"No te preocupes, amigo. ¡Vamos a buscar las partes de la nave!"

Y así, con el corazón lleno de determinación, comenzaron su increíble aventura.

El primer planeta al que llegaron se llamaba Verdantía, un lugar lleno de árboles gigantes y flores de colores brillantes. Allí conocieron a unas criaturas llamadas Florilitos, que tenían cabeza de flor y cuerpo de hoja.

"Hola, viajeros. ¿Qué buscan?" preguntó uno de ellos.

"Buscamos partes de mi nave, que se esparcieron por el universo" explicó Lúcido.

"¡Ah! Si querés la parte que cayó aquí, tendrás que ayudarnos a organizar nuestro jardín. ¡Vamos!" dijo la Florilita.

Después de trabajar juntos, los Florilitos les dieron la parte de la nave y, agradecidos, se despidieron. Los amigos continuaron su viaje hacia el siguiente planeta.

En el segundo planeta, conocido como Luminara, todo brillaba y centelleaba como estrellas. Allí, conocieron a los Luminitas, seres que iluminaban el lugar. Sin embargo, algo andaba mal: los Luminitas estaban tristes porque no podían brillar.

"¿Por qué no brillan?" preguntó Marti.

"Hemos perdido nuestra luz. Sin ella, no podemos iluminar nuestro mundo" respondió una Luminitas con lágrimas en sus ojos.

Lúcido y Marti decidieron ayudarles a encontrar su luz. Con mucho trabajo en equipo, recorrieron Luminara, buscando faros perdidos. Finalmente, encontraron la luz en una cueva misteriosa, atrapada en un cristal. Con ingenio, lograron liberarla y, al devolverla a los Luminitas, ellos recuperaron su brillo.

"¡Gracias!" gritaron los Luminitas, y a cambio les entregaron la parte que buscaban.

Siguieron su camino, visitando cuatro planetas más, donde conocieron a diferentes seres como los Acuáticos de Aquatica, los Rocosos de Terrano, los Vientoaves de Aerium y los Frutales de Frutonia. Todos ellos tenían un desafío único, pero con la ayuda de Lúcido y Marti, lograron resolver sus problemas y, a cambio, encontraron las piezas de la nave que necesitaban.

Finalmente, llegaron al séptimo planeta, llamado Luna, y allí se dieron cuenta de algo increíble: ¡estaban en la Luna!"¡Lo logramos!" exclamó Lúcido, mirando hacia el suelo lunar.

"Pero, ¡no tenemos las partes de la nave!" se lamentó Marti.

De repente, se escuchó una voz proveniente de la sombra de un cráter.

"He escuchado sus hazañas y cómo ayudaron a mis amigos en los otros planetas. Soy Luna, la guardiana de este lugar y tengo lo que buscan."

"¿En serio?" preguntó Lúcido, asombrado.

"Sí. Ustedes han demostrado ser verdaderos amigos y justos. Aquí están todas las partes de su nave" dijo Luna mientras aparecían todas las piezas.

Lúcido y Marti estaban felices, no solo porque habían encontrado las partes de la nave, sino porque en su viaje habían hecho muchos amigos y aprendido el verdadero valor de ayudar a los demás.

"Vamos a armar la nave y regresar a casa" propuso Lúcido.

Y así lo hicieron. Pero antes de partir, todos los nuevos amigos de los planetas se reunieron para despedirse, prometiendo que algún día se volverían a encontrar.

"¡Gracias, amigos!" gritaron juntos, mientras la nave comenzaba a despegar.

Finalmente, Lúcido y Marti llegaron a casa, llenos de historias increíbles que contar.

"¿Qué te parece si escribimos un libro sobre nuestra aventura?" propuso Lúcido.

"¡Sería genial!" contestó Marti, emocionado.

Y así, Lúcido y Marti aprendieron que, en el camino hacia cumplir sus sueños, la amistad y la ayuda mutua eran lo más importante de todo.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!