La Aventura Espacial de Nico



Había una vez un pequeño niño de 5 años llamado Nico. Con su piel morena y esos cabellos ondulados, era un niño lleno de sueños. Cada noche, antes de dormir, miraba las estrellas desde su ventana y decía:

"¡Un día voy a subir a un cohete y viajar al espacio!"

Nico tenía un mejor amigo de cuatro patas, su perro Tommy, que siempre lo acompañaba en sus aventuras de juego y en sus sueños.

"Tommy, ¿no te gustaría ver la luna desde cerca?", le decía Nico, mientras acariciaba su suave pelaje.

Un día, mientras jugaban en el patio, algo mágico sucedió. De repente, ¡un cohete gigante apareció ante ellos! Era colorido y relucía con luces brillantes.

"¡Mirá, Tommy! ¡Un cohete!", gritó Nico emocionado.

"¡Guau, guau!", respondió Tommy, moviendo la cola, como si también estuviera emocionado.

Sin pensarlo dos veces, Nico y Tommy se subieron al cohete. Cuando la compuerta se cerró, un panel iluminado comenzó a parpadear.

"¿Estamos listos para despegar?", preguntó el pequeño Nico con una sonrisa.

"¡Sí! ¡A la luna y más allá!", respondió su imaginación. Y con un gran motor que rugió como un dragón, el cohete despegó de la tierra.

Mientras ascendían, las nubes se volvieron suaves almohadones de algodón. Nico observaba por la ventana y decía:

"Mirá, Tommy, ¡somos los reyes de las nubes!"

Y de repente, atravesaron un arcoíris brillante. Nico se quedó asombrado.

"¡Esto es increíble!", exclamó admirado.

De pronto, el cohete descendió lentamente hacia un lugar nuevo y mágico: el Planeta Alegría.

"¡Hemos llegado!", gritó Nico mientras el cohete tocaba tierra.

El Planeta Alegría estaba lleno de criaturas fantásticas, árboles de caramelos y ríos de chocolate.

"¡Qué lugar tan hermoso!", dijo Nico con ojos deslumbrados.

"¡Guau, guau!", ladró Tommy, corriendo hacia un árbol que daba gomitas.

Ambos se aventuraron a explorar y rápidamente hicieron amigos: un conejo de orejas largas que podía hablar llamado Rocco y una mariposa gigante llamada Lila.

"Hola, chicos. Bienvenidos al Planeta Alegría", dijo Rocco saltando de un lado a otro.

"Aquí cada día es una fiesta y la felicidad nunca falta", añadió Lila.

Nico, encantado, les preguntó:

"¿Cómo hacen para ser tan felices todo el tiempo?"

"Aquí, compartimos juegos y risas. La alegría crece más cuando la compartimos con amigos", contestó Rocco.

Nico, inspirado, decidió organizar una gran fiesta para agradecerles su amistad.

"¡Hagamos una fiesta con música y juegos!", propuso.

Todos se pusieron a trabajar: Rocco trajo juegos, Lila decoró con flores brillantes y el pequeño Nico llenó todo de risas.

Pero justo cuando la fiesta estaba por comenzar, se dio cuenta de que había olvidado algo importante: ¡hacer una invitación a Tommy!"Tommy, ¿quieres ser el rey de la fiesta?", le preguntó. Tommy movió la cola y ladró de alegría.

"¡Sí, sí!", respondió Nico emocionado y juntos organizaron el mejor festejo del planeta.

La fiesta fue un éxito rotundo. Todos bailaban y reían juntos bajo un cielo estrellado.

"¡Esto es lo mejor!", gritó Nico mientras giraba con Tommy.

Y así, entre risas, juegos y mucha alegría, Nico aprendió que la verdadera felicidad se encuentra cuando compartimos momentos con quienes amamos.

Llegó el momento de regresar a casa, y Nico se despidió de sus nuevos amigos.

"Gracias por todo, amigos. ¡Los voy a extrañar!", expresó con nostalgia.

"Vuelve cuando quieras, ¡siempre serás bienvenido aquí!", le respondió Lila.

Finalmente, el cohete los llevó de vuelta a casa. Nico y Tommy miraron por la ventana y vieron como el Planeta Alegría se alejaba.

"¡Fue un viaje increíble!", dijo Nico sonriendo.

"¡Guau!", ladró Tommy, como si entendiera cada palabra.

Al llegar a casa, Nico miró las estrellas y susurró:

"Hoy aprendí que la alegría se comparte, y eso la hace aún más grande."

Esa noche, mientras se acurrucaba en su cama con Tommy a su lado, Nico se durmió soñando con nuevas aventuras y el brillo de las estrellas en su corazón.

FIN.

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