La aventura espacial de Pepa y los Simpson



Era un día soleado en Springfield, y Pepa, la divertida cerdita, estaba de visita en la casa de los Simpson. Homer estaba sentado en el sofá, mientras Marge leía un libro de cocina.

"¿Qué hacemos hoy?" - preguntó Pepa, moviendo su colita emocionada.

"Podríamos explorar el espacio, ¡ser astronautas por un día!" - exclamó Bart, con su energía habitual.

"¡Eso suena increíble!" - dijo Pepa.

Sin dudarlo, la familia Simpson quiso ayudar a Pepa. Homer decidió que necesitarían un cohete, así que salieron al garaje.

"¡Eureka!" - gritó Homer al ver el viejo coche que habían dejado de usar. "Podemos transformarlo en un cohete con un poco de imaginación."

"Y algunas luces brillantes para hacerlo más genial" - sugirió Lisa, entusiasmada.

Mientras trabajaban en la transformación del coche, Ned Flanders apareció por la ventana.

"¡Hola, vecinos! ¿Qué están haciendo? Eh, si no me invitan, voy a pensar que están haciendo algo muy... ¿poco cristiano?" - bromeó, guiñando un ojo.

"Ned, ¡estamos a punto de ir al espacio! ¿Quieres acompañarnos?" - dijo Marge, sonriendo.

Un poco dudoso, pero intrigado, Flanders aceptó. No muy lejos, los amigos de Pepa, los Michis, estaban mirando toda la aventura desde la vereda, maullando curiosos.

"Espera, ¿los Michis pueden venir?" - preguntó Pepa. "Ellos podrían ayudar a cuidar nuestro cohete."

Los Michis accedieron con un suave maullido, así que todos se pusieron manos a la obra. La familia Simpson, Pepa, Flanders y los Michis, unieron fuerzas. Juntos, pintaron el coche de colores brillantes y pegaron estrellas de papel en la parte exterior. En poco tiempo, su ‘cohete’ estaba listo.

"¡Ya estamos listos para despegar!" - gritó Bart mientras todos se sentaban dentro del coche.

"¡A la cuenta de tres!" - dijo Lisa. "Uno, dos... ¡tres!" - Todos gritaron al unísono.

Prendieron las luces y Homer hizo un sonido de motor. Pero, ¿qué era eso? El coche comenzó a moverse, pero no hacia el cielo, sino que rodó por la calle de Springfield.

"¡Más rápido, Homer!" - gritó Bart.

El coche se deslizó y giró, llevando a todos en una divertida aventura por la ciudad. Pasaron frente a la escuela de Lisa, el hospital donde trabaja el Dr. Hibbert, y hasta cerca de la planta nuclear.

"¡Miren esas vistas!" - exclamó Flanders, mientras saludaba a los que pasaban. "¡Nunca había visto Springfield tan emocionante!"

De repente, algo brillante cruzó el cielo.

"¡Un asteroide!" - gritó Lisa.

"¡Eso no es un asteroide, es un balón!" - corrigió Pepa, y todos compartieron una risa.

Siguieron rodando hasta que llegaron a un parque. Allí, decidieron detenerse para descansar. Pepa tenía una idea más brillante.

"¿Y si hacemos una búsqueda del tesoro espacial? ¿Podemos encontrar estrellas que se han caído del cielo?" - propuso Pepa.

Todos se entusiasmaron y comenzaron a buscar. Reunieron piedras brillantes, hojas que parecían estrellas y hasta un viejo frisbee que brillaba bajo el sol.

Cuando regresaron al coche, estaban llenos de tesoros.

"¡Esto no fue un simple paseo! Fue una aventura espacial increíble!" - exclamó Homer con alegría.

"Y aprendimos que hasta el espacio puede ser divertido cuando lo compartimos con amigos" - agregó Marge.

Flanders se rió y dijo: "¡Exacto, vecinos! La verdadera aventura es compartir momentos juntos."

Así, con las risas resonando y el sol brillando en Springfield, Pepa y los Simpson aprendieron sobre la importancia de la amistad y la imaginación. Mientras volvían a casa, prometieron tener más aventuras juntos, porque lo más divertido de viajar era, sin duda, la compañerismo y la alegría.

Y así fue como Pepa dejó un rastro de diversión en Springfield, demostrando que no importa qué tan lejos parezca el espacio, con amigos, cualquier día puede convertirse en una gran aventura.

FIN.

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