La aventura espacial de Ramón



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, vivía un niño llamado Ramón. A Ramón le encantaban las estrellas y soñaba con ser astronauta. Cada noche, se sentaba en su patio trasero con su telescopio, observando el cielo y preguntándose qué habría más allá de las nubes.

Una noche, mientras miraba su telescopio, vio una luz brillante que no se parecía a ninguna estrella que conocía.

"¿Qué será eso?", se preguntó Ramón.

Con mucha curiosidad, decidió seguir la luz. Se puso su mochila, que siempre tenía lista con su cuaderno de dibujo y un bocadillo. Caminó hacia el río, donde la luz parecía brillar con más intensidad. Ramón nunca había estado tan lejos de casa, pero su deseo de descubrir lo desconocido lo llenaba de valentía.

Al llegar a la orilla, encontró un pequeño cohete espacial, que había aterrizado suavemente en un claro. La luz provenía de su interior. Ramón se acercó lentamente.

"¡Hola!" - dijo una voz suave. Ramón se asustó, pero decidió que no podía dar marcha atrás.

"¿Quién es?" - preguntó, mirando alrededor.

Salió una pequeña criatura de aspecto amigable, de color azul con grandes ojos brillantes.

"Soy Zippy, de un planeta llamado Estrellinia. He estado buscando a alguien valiente para ayudarme a reparar mi cohete. ¿Te gustaría venir?"

Ramón no podía creer lo que oía.

"¡Por supuesto!" - respondió emocionado.

Así que Zippy y Ramón se subieron al cohete. El interior era deslumbrante, lleno de luces y pantallas.

"Tengo que arreglar este botón", dijo Zippy señalando una parte. "Pero necesito alguien que sepa de matemáticas para calcular la trayectoria para volver a casa."

"¡Me encanta la matemática!" - afirmó Ramón.

Ramón se puso manos a la obra y, juntos, calcularon cómo volver a Estrellinia. Pero justo cuando estaban a punto de despegar, una alarma sonó.

"¡Oh, no!" - exclamó Zippy. "Un asteroide se acerca a nuestra ubicación. Necesitamos desviarlo!"

"¿Cómo hacemos?" - preguntó Ramón, boquiabierto.

"Usando mis conocimientos sobre el espacio y tu habilidad matemática, podemos calcular un plano de acción!" - dijo Zippy.

Así que se pusieron a trabajar, usando fórmulas, velocidad y ángulos. Ramón sentía que las estrellas estaban a su alcance.

"¡Listo!" - gritó Ramón después de mucho calcular. "¡Necesitamos activar el propulsor en el instante preciso!"

Ambos se apretaron las manos mientras encendían el cohete. Con gran fuerza, el cohete se elevó y desvió el asteroide, salvando así su viaje.

"¡Lo hicimos!" - celebraron ambos.

Finalmente, lograron llegar a Estrellinia, un planeta vibrante lleno de colores y criaturas que hablaban sobre la naturaleza y la ciencia. Ramón estaba fascinado.

"¿Podemos explorar más?" - preguntó.

"Claro, ven y te mostraré cómo las estrellas se conectan con nuestras vidas aquí," dijo Zippy. Durante días, exploraron, aprendieron sobre eco-ingeniería y cómo cuidar del espacio. Ramón encontró muchos amigos y descubrió su pasión por la ciencia.

Al final de su aventura, Zippy le ofreció quedase, pero Ramón sabía que debía regresar a su hogar.

"Gracias, Zippy. He aprendido tanto, y prometo aplicar todo en mi mundo," dijo Ramón.

"Siempre estaré contigo en las estrellas," respondió Zippy.

Ramón volvió a casa con su cuaderno lleno de notas y dibujos. Cada vez que miraba al cielo, recordaba su gran aventura y se prometía a sí mismo trabajar duro para ser astronauta. De esa manera, el niño que soñaba con las estrellas comenzó a convertirse en el niño que acercaría su mundo al espacio.

Y así, Ramón soñó más que nunca, sabiendo que la curiosidad y la valentía pueden llevar a uno a lugares extraordinarios.

FIN.

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