La aventura está en todas partes
Matilde y Pablo eran una pareja feliz y enamorada, llevaban 40 años juntos y se amaban como el primer día. Siempre habían soñado con viajar a Europa juntos, conocer nuevos lugares, probar diferentes comidas y vivir aventuras inolvidables.
Un día, mientras estaban sentados en su sala de estar, Matilde le dijo emocionada a Pablo: "Mi amor, ¿qué te parece si este año finalmente hacemos realidad nuestro sueño de viajar a Europa?"Pablo sonrió y acarició la mano de Matilde.
"Me encantaría mi vida, pero los pasajes están muy caros últimamente. No sé si podremos permitírnoslo", respondió preocupado. Matilde se sintió triste al escuchar eso.
Durante semanas había estado planificando el viaje en su mente y ahora parecía que no podría hacerlo realidad. Todos los días lloraba pensando en lo que podría haber sido. "Pero mi amor, no te pongas triste", dijo Pablo tratando de consolarla.
"Podemos ahorrar un poco más y hacer el viaje cuando sea un buen momento". "No quiero esperar más tiempo", sollozó Matilde entre lágrimas. "Ya estoy vieja para estas cosas". Los días pasaron y Matilde seguía sumida en la tristeza.
Ya no quería salir de casa ni hacer nada divertido porque estaba convencida de que nunca podría cumplir su sueño de viajar a Europa. Una tarde, mientras paseaba por el parque cercano a su casa, Matilde se encontró con una niña pequeña que estaba llorando desconsoladamente.
"¿Qué pasa pequeña?", preguntó Matilde con dulzura. "Perdí mi peluche favorito en el parque y no lo encuentro", respondió la niña entre sollozos. Matilde se agachó para mirarla a los ojos.
"No llores, seguro que lo encontramos juntas", le dijo sonriendo. Y así fue, Matilde ayudó a la niña a buscar su peluche por todo el parque hasta que finalmente lo encontraron. La pequeña estaba tan feliz y agradecida que le dio un abrazo muy fuerte.
Esa noche, mientras cenaban juntos en casa, Matilde contó emocionada a Pablo sobre su encuentro con la niña y cómo se había sentido al poder ayudarla. "Parece que hoy descubriste algo importante", dijo Pablo intrigado.
"Sí mi amor, me di cuenta de que no necesitamos irnos tan lejos para encontrar aventuras y cumplir nuestros sueños", respondió Matilde con una sonrisa en su rostro. "Podemos encontrar felicidad en las cosas más simples de la vida". Pablo asintió comprendiendo lo que Matilde quería decir.
A partir de ese día, dejaron de lamentarse por no poder viajar a Europa y empezaron a disfrutar cada momento juntos.
Salían al cine, visitaban amigos y familiares, probaban nuevos restaurantes e incluso se animaron a hacer un curso de cocina juntos. Años después, cuando recordaban esa etapa difícil de sus vidas, siempre decían: "Fue gracias a esa niña perdida en el parque que aprendimos que podemos encontrar felicidad donde menos lo esperamos".
FIN.