La aventura frutal de Martha y Gloria



Había una vez en un valle rodeado de verdes montañas, un río cristalino que cantaba alegremente su melodía. En la orilla del río, dos amigas, Martha y Gloria, se sentaban admirando la belleza de la naturaleza que las rodeaba.

Martha era una niña muy activa y juguetona, siempre llena de energía y alegría. Le encantaba correr por los prados, cantar con los pájaros y explorar cada rincón del bosque.

Gloria, en cambio, era más tranquila y reflexiva, disfrutaba observando las maravillas del entorno con calma y atención. Un día soleado, Martha propuso a Gloria trepar a los árboles para reagarrar frutos frescos y sabrosos. Con entusiasmo, ambas comenzaron a escalar los altos árboles cercanos al río.

Martha subía con agilidad y destreza, mientras que Gloria avanzaba con cuidado pero determinación. Al llegar a la copa de los árboles, encontraron manzanas rojas brillantes, peras jugosas y ciruelas maduras esperando ser recogidas.

Entre risas y charlas animadas, las amigas llenaron sus cestas con los frutos más apetitosos. De repente, un fuerte viento sacudió las ramas de los árboles haciendo que Martha perdiera el equilibrio y estuviera a punto de caer al vacío.

Con rapidez, Gloria extendió su brazo hacia ella y logró sujetarla justo a tiempo. "¡Gracias por salvarme!", exclamó Martha con voz temblorosa pero llena de gratitud. "No hay de qué", respondió Gloria sonriendo calmadamente.

"En la vida siempre debemos estar atentos para ayudarnos unos a otros. "Emocionadas por la aventura vivida juntas, Martha y Gloria regresaron al borde del río cargadas de frutos frescos. Se sentaron nuevamente junto al agua transparente mientras compartían una merienda deliciosa bajo el cálido sol.

"Hoy aprendí que la verdadera amistad es como un árbol fuerte que nos sostiene en momentos difíciles", dijo Martha mirando a su amiga con cariño. "Así es", asintió Gloria.

"Cuando estamos unidos y nos cuidamos mutuamente podemos superar cualquier desafío que se presente en nuestro camino.

"Con el corazón lleno de gratitud por la compañía invaluable de una buena amiga, Martha abrazó a Gloria con ternura mientras el sol se ocultaba detrás de las montañas pintando el cielo de tonos dorados y rosados. Y así terminó el día en aquel hermoso valle donde dos amigas descubrieron que juntas podían enfrentar cualquier adversidad con valentía, solidaridad y amor incondicional.

FIN.

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