La Aventura Inclusiva



Era una mañana común en la secundaria San Martín. Un grupo de amigos, Valen, Sofi, Tobi y Lía, discutían emocionadamente sobre el nuevo videojuego que había salido.

"¿Ya probaron el nuevo nivel de construcción? ¡Es increíble!" - dijo Valen, emocionado.

"Yo prefiero la parte de combate. ¡Es un desafío!" - respondió Tobi.

"Chicos, ¡no se olviden de lo más importante! Hay que trabajar en equipo." - agregó Lía, mientras se acomodaba las gafas.

De repente, un nuevo compañero se unió a ellos. Se llamaba Lucas y venía con su perro guía. Los amigos no sabían que Lucas era ciego. Al principio lo miraron con curiosidad, pero pronto Valen se acercó.

"Hola, soy Valen. ¿Te gusta jugar videojuegos?"

"¡Sí! Me encanta. Aunque no puedo verlo, me gusta mucho cómo se siente el mando en mis manos." - respondió Lucas, con una gran sonrisa.

Los amigos se miraron entre ellos y se dieron cuenta de que querían incluir a Lucas en su grupo.

"Podríamos jugar juntos, pero tenemos que encontrar una manera de comunicarnos con él." - sugirió Sofi.

Lía, que era muy creativa, tuvo una idea.

"¿Y si grabamos los sonidos de las teclas y las acciones de los personajes? Así Lucas podría reconocer lo que está pasando en el juego!"

"Genial, Lía!" - comentó Tobi.

Entonces, se pusieron manos a la obra. Usaron su celular para grabar los sonidos y crearon un audio que Lucas podría escuchar mientras jugaba.

"¡Listo! ¿Estás listo para jugar, Lucas?" - preguntó Valen, entregándole el controlador.

"¡Estoy más que listo!" - dijo Lucas, con entusiasmo.

La primera partida fue un caos, pero todos se divertían. Lucas, con sus habilidades, no tardó en demostrar que era un experto en el juego.

"¡Cuidado a la derecha! ¡Hay un enemigo!" - gritó Lucas mientras reía.

"No puedo creerlo, ¡estás arrasando!" - añadió Sofi, asombrada.

Sin embargo, hubo un momento en que el juego se tornó complicado. Un nuevo nivel parecía imposible de pasar. Los amigos comenzaron a frustrarse.

"¡No vamos a lograrlo!" - dijo Tobi, desanimado.

"Espera, ¿y si Lucas nos da ideas?" - sugirió Lía, buscando una solución.

"Claro, a veces hay que mirar las cosas desde otro ángulo. ¡Lucas, ¿qué podemos hacer?" - preguntó Valen.

Lucas tomó un respiro y comenzó a pensar.

"Pensemos en los sonidos. Si escucho el ruido del juego, puedo decirles dónde están los obstáculos. ¡Puede que podamos hacer un plan!"

El equipo se unió y juntos, usando la intuición y su comunicación, pasaron el nivel. Al final, todos gritaron de alegría.

"¡Lo logramos, equipo!" - exclamó Sofi, saltando de felicidad.

Después de esa partida, la relación entre ellos se fortaleció. Aprendieron a comunicarse de formas diferentes, ya fuese usando sonidos, toques o incluso indicaciones más descriptivas.

"Lucas, gracias por ser parte de nuestro grupo." - dijo Tobi.

"¡Gracias a ustedes por incluirme!" - respondió Lucas, con los ojos brillantes de felicidad.

Con el tiempo, no solo jugaron videojuegos, sino también exploraron otros hobbies juntos, siempre aprendiendo y apoyándose mutuamente.

"Che, ¿hay algo que siempre quisiste aprender?" - preguntó Lía un día.

"Me gustaría aprender a tocar la guitarra." - contestó Lucas.

"¡Genial! Podemos hacerlo juntos!" - sugirió Sofi.

Y así, la amistad floreció, llena de aventuras, risas y un hermoso sentido de inclusión. Aprendieron que, al estar unidos, todos podían aportar y disfrutar de la diversidad del grupo.

Al final del año, hicieron una exhibición donde cada uno mostró sus nuevas habilidades.

"Hoy demostramos que ser diferentes nos hace únicos y fuertes como grupo. ¡Cada uno aportó su chispa!" - dijo Valen, mientras se abrazaban emocionados.

Desde ese día, Lucas no solo fue parte de su grupo de amigos, sino un líder en su aventura hacia un mundo más inclusivo. Juntos, demostraron que la amistad no conoce límites y que siempre se puede encontrar una manera de jugar y comunicarse, sin importar las diferencias.

FIN.

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