La aventura lunar de Sebastián y sus amigos marcianos
Sebastián era un niño muy curioso y aventurero. Desde que aprendió sobre la luna en la escuela, su mayor sueño era viajar allí y descubrir todo lo que había más allá de nuestro planeta.
Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, vio algo extraño en el cielo. - ¡Mamá! ¡Papá! -gritó Sebastián emocionado-. ¡Miren lo que hay en el cielo! Sus padres salieron corriendo para ver lo que estaba sucediendo.
Allí, flotando sobre ellos, había una nave espacial pequeña y redonda. - ¿Qué es eso? -preguntó su mamá con asombro. - No tengo idea -respondió su papá-, pero parece una nave espacial.
Sebastián se acercó a la nave con cautela y vio salir a unos seres extraños con aspecto de marcianos. Pero no eran como los marcianos malvados de las películas que había visto; estos parecían amigables y simpáticos. - Hola, niño humano -dijo uno de los marcianitos con voz chillona-.
Soy Zorg, ¿y tú quién eres? - Soy Sebastián -respondió él sonriendo-. ¿Vienen del espacio? - Sí, venimos desde Marte -respondió Zorg-. Queremos conocer tu planeta y hacer nuevos amigos.
A partir de ese momento, Sebastián comenzó a jugar todos los días con los marcianitos. Aprendía cosas nuevas sobre el universo cada vez que se reunían. Los marcianitos le mostraron cómo construir cohetes caseros para explorar la luna, y juntos construyeron uno.
- ¡Esto es genial! -exclamó Sebastián emocionado-. ¿Podemos ir a la luna ahora? - Claro que sí -respondió Zorg-. Solo necesitamos un poco de combustible y estamos listos para partir.
Así fue como Sebastián y los marcianitos partieron hacia la luna en su cohete casero. Allí descubrieron cosas increíbles, como cráteres gigantes, montañas altas y polvo lunar. Pero cuando estaban a punto de regresar a casa, el motor del cohete se dañó y quedaron varados en la luna.
Afortunadamente, los marcianitos tenían una herramienta especial que les permitió reparar el motor del cohete. Finalmente, después de una emocionante aventura en la luna, Sebastián y sus amigos marcianos regresaron a casa sanos y salvos.
Desde ese día en adelante, Sebastián continuó explorando el universo con sus nuevos amigos extraterrestres. Sebastián aprendió muchas cosas nuevas sobre el universo gracias a sus amigos marcianitos. Descubrió que no hay límites para lo que podemos hacer si nos mantenemos curiosos e imaginativos.
Y nunca olvidará esa emocionante aventura en la luna junto a sus amigos alienígenas.
FIN.