La Aventura Mágica de Cole, la Maga y la Mariposa
En un pequeño pueblo rodeado de un espeso bosque, vivía un niño llamado Cole. Soñador y curioso, pasaba sus días explorando los secretos de la naturaleza. Un día, mientras buscaba piedras brillantes, se encontró con una mariposa de colores iridiscentes que danzaba entre las flores.
"Hola, pequeña mariposa", dijo Cole, "¿te gustaría volar conmigo?"
La mariposa se posó sobre su mano y, con una voz suave y melodiosa, respondió:
"¡Hola, Cole! Soy Lila, la mariposa mágica. Si me sigues, te llevaré a un lugar maravilloso."
Intrigado, Cole decidió seguirla. Juntos volaron a través del bosque, cruzaron un río cristalino y llegaron a un claro encantado donde se erguía un majestuoso árbol con hojas de oro y ramas que parecían tocar el cielo.
"Este es el Árbol de los Sueños", explicó Lila. "Aquí, cada persona puede pedir un deseo sincero. Pero cuidado, cada deseo tiene su precio."
Cole miró el árbol con asombro. Pensó en su deseo más profundo: ser un gran mago. Pero temía que eso pudiera traer consecuencias.
"¿Y si pido ser un mago y me toca aprender cosas difíciles?" preguntó Cole con una sonrisa nerviosa.
"A veces las cosas valiosas requieren esfuerzo", respondió Lila. "Pero no estás solo. Yo estaré contigo."
Con un profundo suspiro, Cole cerró los ojos y formuló su deseo: "Quiero ser un gran mago."
De repente, el árbol brilló con una luz dorada, y de sus ramas cayó un pequeño libro mágico. Cole lo recogió y al abrirlo, se dio cuenta de que estaba lleno de trucos e ilusiones. La mariposa le dijo:
"Ahora es tu oportunidad, Cole. Aprende y practica, y con el tiempo, ¡podrás hacer magia!"
Cole se sumergió en su nuevo libro, practicando todos los días. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no era tan fácil como pensaba. A veces, los hechizos no salían como esperaba, y se frustraba.
"¡No puedo hacer esto! Soy un tonto", exclamó un día, desanimado.
Lila, que siempre estaba a su lado, le respondió:
"Cole, cada gran mago ha tenido momentos difíciles. La perseverancia y la práctica son la clave. Recuerda, el árbol no creció de la noche a la mañana."
Inspirado por sus palabras, Cole siguió practicando. A medida que pasaban los días, envió su magia en el aire, hizo volar objetos y creó explosiones de colores. Era un esfuerzo constante, pero cada pequeño éxito lo llenaba de alegría.
Un día, mientras practicaba en el claro, vio que algunos niños del pueblo se asomaban curiosos. Avergonzado, pensó en dejar de practicar, pero Lila lo animó:
"Muestra lo que has aprendido, Cole. Tal vez los inspires."
Con un poco de nervios, Cole decidió hacer un espectáculo. Con movimientos de su varita, hizo aparecer flores y luces brillantes. Los niños aplaudieron y vitorearon, y Cole se sintió pleno.
"¡Sos un mago increíble!" gritó uno de los niños.
Cole sonrió, entendiendo que había superado su miedo al fracaso. Al caer la tarde, después de su espectáculo, dijo:
"Gracias, Lila, por estar siempre ahí para mí. No lo habría logrado sin ti."
"El verdadero poder de un mago reside en su corazón y en su voluntad de seguir adelante. Nunca olvides eso, Cole”, respondió Lila, revoloteando alrededor de él.
Al día siguiente, Cole decidió que no solo quería ser un gran mago, sino también ayudar a otros. Comenzó a enseñar a los niños del pueblo, compartiendo su amor por la magia y la naturaleza.
Con el tiempo, el bosque se llenó de risas y maravillas, y el Árbol de los Sueños se convirtió en un símbolo de amistad y aprendizaje. Cole aprendió que la verdadera magia no radica solo en los trucos, sino en el valor de compartir y ayudar a los demás.
Y así, en el pequeño pueblo, surgió una nueva generación de magos, todos inspirados por Cole y su amiga Lila, la mariposa mágica que les enseñó a creer en sus sueños.
FIN.