La Aventura Mágica de Daniel y Toto
Era una soleada mañana en el pueblito Arcoiris. Daniel, un niño de 5 años lleno de energía, y Toto, su pequeño hermano de 3 años que lo seguía a todos lados, estaban jugando en el jardín de su casa. Sin embargo, había algo que siempre hacía que sus papás se preocuparan: ¡los dos eran muy desobedientes!"¡Vamos a jugar en el bosque!" - dijo Daniel emocionado, mientras miraba hacia la espesura verde que se extendía más allá del jardín.
"Pero, Daniel, mamá siempre dice que no debemos alejarnos" - respondió Toto, un poco asustado.
"¡No pasa nada! Solo será un ratito" - insistió Daniel, tomando la mano de su hermano.
Y así, sin pensarlo dos veces, se adentraron en el bosque. Al principio todo era divertido: corrierons entre los árboles, hicieron ruidos de animales y vieron mariposas volar. Pero, de repente, se dieron cuenta de que se habían perdido.
"¿Dónde estamos, Daniel?" - preguntó Toto, con una lágrima asomando en sus ojos.
"No sé, Toto. Solo tenemos que encontrar el camino de regreso" - respondió, sintiendo una punzada de preocupación.
Mientras buscaban la forma de volver a casa, el bosque alrededor empezó a cambiar. Los árboles se iluminaron con colores brillantes y de repente se encontraron en un lugar increíble: un claro lleno de flores de todos los colores, en el que había criaturas mágicas. Una dulce hada de cabello dorado se les acercó.
"¡Hola, pequeños! ¿Qué hacen tan perdidos en el Bosque Mágico?" - preguntó la hada, sonriendo.
"Nos perdimos porque no escuchamos a nuestros papás..." - confesó Toto, sintiéndose un poco avergonzado.
La hada los miró con ternura y decidió que les daría una lección.
"Voy a mostrarles el mundo mágico de Arcoiris, pero primero deben prometerme que siempre escucharán a sus papás y no se aventurarán solos" - dijo la hada.
Daniel y Toto, con la certeza de que ya no querían asustar a sus papás, asintieron entusiasmados.
"¡Prometemos!" - gritaron al unísono.
La hada agitó su varita y, de repente, los chicos fueron transportados a un lugar donde la hierba era de un verde vibrante y un arcoíris brillaba en el cielo, tocando la tierra. Había pequeños duendes trabajando en un gran jardín de dulces y caramelos.
"¡Bienvenidos a la Tierra de los Sueños!" - anunciaron los duendes.
"¿Podemos quedarnos un poco más?" - preguntó Daniel, lleno de emoción.
"Solo si ayudan a cuidar el jardín. Aquí, todo requiere cuidado y responsabilidad" - explicó uno de los duendes.
Así, los niños pasaron la tarde ayudando a plantar flores de caramelo y regar los árboles de gomitas. Se divirtieron mucho, pero también aprendieron lo importante que era trabajar juntos y escuchar las instrucciones.
Cuando el sol empezó a ponerse, la hada volvió a aparecer.
"Es hora de regresar. Recuerden la lección de hoy: siempre respeten a sus papás, porque ellos saben lo que es mejor para ustedes" - dijo la hada.
"Lo prometemos de nuevo" - dijeron los niños al mismo tiempo.
De inmediato, la magia los llevó de vuelta al bosque. Ahora, era diferente: conocían el camino de regreso. Finalmente, llegaron a casa y encontraron a sus papás muy preocupados. Cuando les contaron lo que había pasado, sus papás los abrazaron fuertemente.
"Nunca más volveremos a desobedecerlos, lo prometemos" - dijo Daniel, con sinceridad.
Desde ese día, Daniel y Toto aprendieron a escuchar a sus papás y a ser responsables, sobre todo cuando se trataba de salir a jugar. Y así, el bosque se convirtió en un lugar de aventuras, pero siempre con la supervisión de sus papás. No solo aprendieron a ser obedientes, sino que también jamás olvidaron la mágica lección que les dio la hada del Bosque Mágico.
Fin.
FIN.