La Aventura Mágica en la Escuela Número 113



Era un día soleado en la Escuela Número 113, donde los niños disfrutaban de sus clases y almuerzos. Entre ellos, se encontraban Sofía, una niña curiosa y apasionada por las ciencias, y su mejor amigo, Lucas, un amante de los cuentos de hadas y aventuras. Todo parecía normal hasta que, durante el recreo, descubrieron un viejo libro en la biblioteca que parecía brillar con una luz especial.

"¡Mirá, Sofía!" - exclamó Lucas mientras señalaba el libro. "¿Qué será esto?"

Sofía se acercó y, al abrirlo, una ráfaga de viento sopló por la sala y las palabras del libro comenzaron a danzar en el aire, formando imágenes mágicas.

"¡Esto es increíble!" - dijo Sofía, con los ojos llenos de asombro.

Y así, se encontraron transportados a un mundo mágico donde los animales hablaban, las plantas bailaban, y cada esquina era un nuevo misterio. La escuela se transformó en un bosque encantado lleno de colores y seres fantásticos.

Mientras exploraban, se toparon con un simpático conejo llamado Don Benito, que les explicó que la magia del libro había traído a los niños a su mundo porque necesitaban su ayuda.

"¡Necesitamos que nos ayuden a encontrar el árbol de la sabiduría! Cada vez que alguien olvida aprender, se le pierde una hoja, y ahora el árbol está a punto de morir" - dijo Don Benito, con tristeza en su voz.

Sofía y Lucas, decididos a ayudar, aceptaron el desafío. Para encontrar el árbol, debían superar tres pruebas.

La primera consistía en resolver un acertijo de la naturaleza.

"Yo soy un amigo del sol, me crezco entre las flores y en tu mesa doy color. ¿Quién soy?" - preguntó Don Benito.

"¡Una flor!" - respondió Sofía rápidamente.

El conejo sonrió.

"¡Correcto! ¡Una prueba superada! Vamos a la siguiente."

La segunda prueba era ayudar a un pájaro que había perdido su nido.

"Hay que construir uno nuevo, Sofía" - sugirió Lucas.

Con algunas ramas y hojas encontradas, los amigos se pusieron a trabajar y, tras un rato, lograron hacer un nido hermoso.

"¡Qué lindo quedo!" - dijo Lucas, mientras el pájaro se posaba feliz en su nuevo hogar.

"Dos pruebas superadas, ¡solo falta una más!" - comentó Don Benito. En la tercera prueba debían enfrentarse a un dragón que guardaba la ubicación del árbol de la sabiduría.

"No tengo miedo, solo necesitamos ser valientes" - dijo Sofía.

Los niños se acercaron al dragón, que parecía más triste que amenazador.

"¡No quiero pelear! Solo tengo miedo de perder mi fuego" - dijo el dragón.

"Podemos ayudarte a aprender algo nuevo" - dijo Lucas.

Le propusieron darle una oportunidad para aprender sobre la amistad y compartir su fuego con los demás. El dragón, conmovido, aceptó.

"Estoy listo para aprender y compartir lo que tengo" - dijo el dragón, mientras los niños sonreían.

Tras superar las tres pruebas, finalmente llegaron al árbol de la sabiduría, que brillaba intensamente.

"Gracias, niños. Ahora que han aprendido la importancia de ayudar y compartir, mi magia regresará" - dijo el árbol, mientras sus hojas volvían a crecer.

De pronto, la ráfaga de viento los volvió a llevar a la biblioteca.

"¿No fue increíble?" - preguntó Sofía, emocionada.

"¡Sí! Aprendimos mucho y ayudamos a un montón de criaturas!" - respondió Lucas.

A partir de ese día, Sofía y Lucas no solo continuaron sus aventuras en la escuela, sino que también decidieron compartir su sabiduría y ayudar a sus compañeros a aprender. La magia que descubrieron en el libro se convirtió en parte de su esencia y siempre recordarían que con valentía y bondad, se pueden hacer grandes cosas.

FIN.

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