La aventura marina de Sofía y Valentina
Ashley y Livia eran dos amigas inseparables que vivían en un pequeño pueblo en la provincia de Buenos Aires. Siempre habían soñado con ir a la playa, pero nunca habían tenido la oportunidad de hacerlo.
Un día, mientras jugaban en el parque, vieron un cartel que anunciaba un concurso de dibujo con premio de un viaje a la costa. Sin dudarlo, decidieron participar.
Después de días de arduo trabajo y mucha creatividad, finalmente llegó el momento de conocer al ganador. Con nerviosismo en sus corazones, se dirigieron al centro del pueblo donde se llevaría a cabo el anuncio.
Para su sorpresa y alegría, el nombre que resonó fue el de ellas: ¡Ashley y Livia habían ganado el tan ansiado viaje a la playa! Emocionadas y llenas de entusiasmo, comenzaron a preparar todo para su aventura costera.
Empacaron sus trajes de baño, toallas, protector solar y por supuesto, los dibujos que las habían hecho merecedoras del premio. Al día siguiente, muy temprano por la mañana, partieron rumbo al mar. Al llegar a la playa, quedaron maravilladas por la inmensidad del océano y la suavidad de la arena bajo sus pies.
Corrieron hacia las olas riendo y gritando como nunca antes lo habían hecho. Se zambulleron en el agua salada y sintieron una felicidad indescriptible. -¡Qué lindo es esto! -exclamó Ashley entre risas. -Sí, es increíble.
¡Estoy tan feliz! -respondió Livia con una gran sonrisa en su rostro. Pasaron horas jugando en el agua, construyendo castillos de arena y reagarrando caracoles en la orilla.
El sol brillaba intensamente en lo alto del cielo y les regalaba un bronceado dorado que lucía hermoso en sus pieles sonrojadas por el sol. De repente, mientras caminaban por la playa buscando almejas marinas para llevar como recuerdo a casa, encontraron una tortuga varada entre las rocas. Estaba débil y parecía necesitar ayuda urgente.
Sin pensarlo dos veces, Ashley y Livia corrieron hacia ella e intentaron empujarla suavemente hacia el agua. Fue entonces cuando notaron que una bolsa plástica le cubría parcialmente uno de sus ojos.
-¡Pobrecita tortuguita! Necesita nuestra ayuda -dijo Livia con preocupación. -Sí, tenemos que sacarle esa bolsa para que pueda volver al mar -respondió Ashley determinada. Con mucho cuidado lograron quitarle la bolsa a la tortuga y observaron cómo lentamente recuperaba fuerzas para arrastrarse hasta alcanzar las olas nuevamente.
Ambas sintieron una satisfacción inmensa al verla nadar libremente hacia lo profundo del océano. Esa noche regresaron al hotel cansadas pero felices por haber vivido una experiencia tan emocionante juntas.
Se prometieron seguir cuidando del medio ambiente y ayudando a los animales siempre que pudieran.
Y así terminó aquel inolvidable viaje a la playa donde Ashley y Livia descubrieron no solo lo divertido que puede ser jugar en el mar sino también lo importante que es proteger nuestro planeta para poder seguir disfrutando de momentos como ese en el futuro.
FIN.