La Aventura Miedosa en el Bosque



Era un hermoso día soleado y cuatro amigos decidieron ir de excursión al bosque. Aymara, Alma, Ema y Elías llevaban consigo a su adorada perrita Canela. Canela era traviesa y siempre estaba lista para correr tras de una hoja que caía de los árboles.

- ¡Miren! - exclamó Aymara, señalando un claro hermoso donde podían jugar. - Vamos ahí a descansar un rato.

Los amigos se sentaron en el suelo, disfrutando de la naturaleza, cuando de repente, Elías escuchó un ruido extraño.

- ¿Escucharon eso? - preguntó con voz temblorosa.

- Era solo un pájaro - respondió Ema, tratando de calmar a su amigo.

- No, no, era diferente - insistió Elías, mirando nervioso alrededor.

Alma, intentando ser valiente, dijo:

- Vamos a investigar. No hay nada que temer, solo es un ruido.

Aymara, que siempre era la más aventurera, se animó.

- ¡Sí! ¡Vamos! Canela, vení con nosotrxs.

Así que los cuatro amigos, junto a Canela, se adentraron más en el bosque. Mientras caminaban, Elías seguía mirando hacia atrás, pensando que algo los estaba siguiendo.

De repente, vieron algo moverse detrás de un arbusto. Todos se detuvieron en seco y miraron con miedo.

- ¿Y si es un oso? - dijo Ema, palideciendo.

- O un monstruo - agregó Aymara, poniendo su mano en su pecho.

En ese momento, Canela ladró y corrió hacia el arbusto. Los amigos gritaron al unísono

- ¡Canela, vuelve!

Pero la perrita, llena de energía y curiosidad, se acercó al arbusto y de repente salió corriendo, trayendo consigo un grupo de mariposas que revoloteaban a su alrededor.

- ¡Miren! - gritó Alma, riendo al ver la escena.

Ahora todos se reían de su miedo anterior. Ema dijo:

- ¡Vieron! ¡Era solo un grupo de mariposas!

- Sí, pero por un momento pensé que era un monstruo - admitió Elías, sintiéndose aliviado.

Siguieron avanzando y llegaron a un hermoso lago rodeado de flores.

- ¡Este lugar es mágico! - exclamó Aymara.

De repente, vieron algo relucir en el fondo del lago. Curiosos, se acercaron a la orilla.

- ¿Qué es eso? - preguntó Alma, llenándose de curiosidad nuevamente.

- Podría ser un tesoro - sugirió Ema emocionada.

- ¡Vamos a buscarlo! - dijo Aymara, mientras se arrodillaba al borde del agua.

Mientras intentaban ver más de cerca, de pronto, comenzaron a escuchar un susurro suave. Ema se asustó nuevamente.

- ¡¿Qué es eso? !

- Tranquila - le dijo Elías. - Seguramente es el viento.

Pero no era el viento. Era un viejo pato que nadaba en círculos.

- ¡Hola, chicos! ¿Qué buscan? - preguntó el pato con un tono amigable.

- ¡Un tesoro! - respondieron los cuatro al unísono, sintiendo que la situación era un poco cómica.

El pato rió. - El verdadero tesoro es la amistad y la aventura que están viviendo. No hay nada más valioso que compartir momentos juntos.

Los amigos se miraron entre sí, comprendiendo el mensaje del pato.

- Te tenemos que agradecer - dijo Alma, sonriendo. - Tienes razón. No necesitamos un tesoro brillante.

Finalmente, pasaron horas jugando a la orilla del lago, riendo y corriendo detrás de Canela.

Al caer la tarde, los amigos decidieron volver a casa.

- A veces tenemos miedo porque no sabemos qué hay en el camino. Pero siempre hay algo bueno esperando cuando somos valientes - reflexionó Aymara.

Llegaron a casa cansados pero felices, habiendo aprendido que la aventura y la amistad son los mejores tesoros que podían encontrar.

Canela ladraba alegremente, como si supiera que había sido parte de una experiencia inolvidable. Y desde aquel día, cada vez que escuchaban un ruido extraño, se reían y recordaban que la verdadera magia estaba en las aventuras que compartían juntos.

FIN.

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