La Aventura Musical de Joan Sebastián
Había una vez, en Guanare, un niño llamado Joan Sebastián que iluminaba el lugar con su sonrisa y su talento musical. Este niño de cabellos rizados y ojos brillantes siempre llevaba en su corazón una melodía que hacía bailar a las aves y soñar a sus amigos.
Un día, mientras jugaba con su guitarra en el parque, sus amigos se acercaron.
"¡Joan! ¡T tocás genial! ¿Por qué no participás en el concurso de música de la escuela?" dijo Ana, su mejor amiga.
"Es una gran idea, Ana. Pero tengo miedo. ¿Y si no les gusta lo que hago?" respondió Joan, rascándose la cabeza.
"¡Vamos! ¡Tenés que hacerlo! A todos nos encanta escucharte. Además, siempre decís que la música es para compartir." le animó Lucas, otro amigo.
Con el apoyo de sus amigos, Joan decidió inscribirse. Durante semanas, practicaba todos los días. Intuyó que algunos de sus compañeros no estaban tan contentos con su participación. Aun así, él con su dulce carácter, no se dejaba llevar por los malos comentarios.
El día del concurso llegó. Todos los estudiantes estaban nerviosos. Joan estaba tras el escenario, sintiendo mariposas en su pancita. Cuando llegó su turno, respiró hondo y subió al escenario.
"¡Hola a todos! Soy Joan Sebastián, y hoy voy a tocar una canción que compuse para celebrar la amistad." Dijo sonriendo.
Comenzó a tocar. Mientras las notas salían de su guitarra, una preocupación le invadió. Justo cuando estaba a punto de dejarse llevar, vio a sus amigos sonriéndole desde la primera fila, ¡y eso le dio fuerzas! Aumentó la intensidad de su música y el auditorio se llenó de aplausos.
Al finalizar, el público lo aclamó.
"¡Bravo! ¡Queremos más!" gritaron sus amigos.
"Me encantó, Joan. No sabía que tenías un talento tan grande!" exclamó la maestra de música, sonriendo.
Joan se sintió feliz y orgulloso. Pero, de repente, un grupo de chicos comenzó a reírse.
"¡No estaba tan bueno! Solo fue un niño tocando!" comentó uno de ellos.
Joan sintió cómo un frío se instalaba en su pecho. Nuestro protagonista, sin embargo, recordó lo que sus amigos siempre decían: que la música es para compartir y que lo más importante era disfrutar de lo que hacía. Así que, con una sonrisa tímida, se acercó al grupo.
"Hola chicos. A veces uno no sabe cómo pueden hacer sentir a los demás unas simples notas. ¿Les gustaría que les enseñe a tocar?" les propuso.
Los chicos se miraron, sorprendidos. Uno de ellos, llamado Carlos, respondió:
"No sé... tal vez si nos mostrás un par de acordes."
Joan aceptó la iniciativa y en su corazón, la espera se convirtió en emoción. Y así, poco a poco, la música unió a todos. Joan no sólo ayudó a sus nuevos amigos a tocar, sino que logró crear un nuevo grupo musical.
El concurso terminó y, aunque no ganó, Joan se sintió como el verdadero ganador. Había encontrado en la música la manera de conectarse con otros, uniendo corazones a través de las notas.
"La próxima vez, quiero tocar con todos!" exclamó Joan mientras las risas llenaban el aire.
"Pero esto no termina aquí, ¡es solo el comienzo de nuestra banda!" agregó Ana.
Así, Joan y sus amigos crearon el grupo “Los Melódicos del Parque”, donde compartían su amor por la música, dando conciertos improvisados en el parque y haciendo feliz a la comunidad.
Y aunque a veces enfrentaron desafíos, siempre se recordaron que, así como las notas, la amistad es una melodía que hay que compartir.
Desde entonces, la música de Joan Sebastián resonó en cada rincón de Guanare, recordando a todos que con esfuerzo, amor y un poco de música, se pueden crear grandes historias. Y así, el encantador niño cuyo corazón era tan grande como su talento, dejó una huella imborrable en su pequeña ciudad, aprendiendo que, en la vida, las mejores melodías nacen cuando nos unimos.
Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado!
FIN.