La Aventura Musical de Los Amigos



Era un hermoso día soleado en el barrio de Villa Melodía. Un grupo de amigos, Sofía, Tomás, Lucía y Mateo, estaban emocionados porque habían planeado una excursión a la montaña. Pero no sería una excursión cualquiera; su maestra de música, la Señorita Aria, les había prometido que aprenderían sobre figuras musicales en el camino, ¡y además tendrían una gran aventura!"¡No puedo esperar para llegar a la montaña y ver la cascada!" – exclamó Sofía mientras saltaba de alegría.

"Y a tocar el piano al aire libre," – añadió Tomás, que siempre llevaba su instrumento consigo.

El grupo se reunió en el parque y comenzó a caminar. A medida que subían la colina, la Señorita Aria les iba contando sobre las figuras musicales.

"¿Saben qué es una blanca?" – preguntó ella, mientras los niños la miraban con curiosidad.

"¿Es un tipo de galletita?" – bromeó Mateo, haciendo reír a todos.

"No, Mateo, es una figura musical que dura dos tiempos. Escuchen así: ¡pum, pum!" – explicó la maestra, y los niños intentaron seguirla mientras caminaban.

Mientas avanzaban, encontraron un claro lleno de flores y, justo en el centro, había una piedra grande que se parecía a una pizarra.

"¡Miren! Podemos usarla para dibujar!" – dijo Lucía emocionada.

Los niños decidieron hacer un pequeño juego. Cada uno dibujaría una figura musical en la piedra, y luego tendrían que tocarla en el piano.

"Yo elijo la redonda!" – gritó Sofía, dibujando un gran círculo.

"Y yo haré la blanca!" – dijo Tomás, haciendo dos dedos.

"Yo voy a hacer una negra. ¡Es rápida!" – añadió Lucía, dibujando una pequeña figura negra.

Después de que todos dibujaron, se sentaron alrededor del piano de Tomás. Cada uno tocó su figura musical mientras la Señorita Aria hacía una pequeña coreografía.

"¡Esto es tan divertido!" – gritó Mateo, mientras tocaba su parte.

Cuando terminaron, decidieron seguir el camino hacia la montaña. Sin embargo, de repente, se desató una tormenta. Los vientos soplaban fuerte y comenzó a llover.

"¡Debemos refugiarnos!" – dijo Lucía, mirando alrededor con preocupación.

"¿Y si nos refugiamos bajo esos árboles?" – sugirió Sofía, apuntando hacia un grupo de árboles.

Corrieron y se escondieron debajo de los árboles mientras la tormenta pasaba. Mientras esperaban, la Señorita Aria les propuso aprender sobre otra figura musical.

"Ahora que estamos aquí, ¿qué tal si hablamos sobre el silencio musical?" – dijo.

"¿El silencio?" – cuestionó Tomás con curiosidad.

"Sí, se llama 'fermata' y se representa con un símbolo parecido a una paloma. Es cuando se sostiene la nota por más tiempo. Escuchen esto..." – dijo la Señorita Aria, haciendo un silencio que dejó a todos expectantes.

De pronto, mientras escuchaban el sonido de la lluvia, Mateo propuso:

"Podemos utilizar esto como una nota larga, ¡una fermata natural!"

Los niños comenzaron a percibir que los sonidos de la lluvia eran como una música que los rodeaba. Cada gota era una nota, y el viento estaba creando una melodía especial.

"Esto es increíble," – dijo Lucía, mirando hacia el cielo. – "La naturaleza también hace música."

Cuando la tormenta finalmente pasó, los niños se sintieron inspirados y una vez más emprendieron el camino hacia la montaña. Al llegar a la cima, encontraron un paisaje impresionante y una increíble cascada que caía como un velo brillante.

Sin dudarlo, Tomás se sentó con su piano y comenzó a tocar una melodía inspirada en lo que habían vivido. Los otros amigos lo siguieron, creando un hermoso concierto al aire libre.

"¡Quizás deberíamos hacer una banda!" – sugirió Mateo, llenando de entusiasmo a todos.

"¡Sí! Y cada uno puede elegir sus figuras musicales favoritas para las canciones!" – dijo Sofía, emocionada ante la idea.

Y así, mientras los sonidos del piano se mezclaban con el murmullo de la cascada, los amigos decidieron que cada excursión sería una nueva aventura musical, donde aprenderían, explorarían y, sobre todo, disfrutarían de la música y la amistad.

Al final del día, se sentaron juntos, riendo y contando historias mientras planeaban su próximo viaje.

"La música está en todas partes, solo hay que saber escuchar," – concluyó la Señorita Aria, sonriendo mientras miraba a sus alumnos que se habían convertido en verdaderos amantes de las notas musicales.

FIN.

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