La Aventura Navideña de Luna y su Abuela
Era una hermosa mañana de diciembre y el aire fresco y perfumado de pino anunciaba que la Navidad estaba a la vuelta de la esquina. Luna, una niña de ocho años de ojos brillantes y cabello rizado, saltaba de alegría en su casa, pues esa Navidad sería especial. Su abuela María había prometido llevarla a un lugar mágico donde los sueños se hacen realidad.
"¡Abuela, ¿a dónde vamos?" - preguntó Luna con emoción.
"A un bosque encantado, mi amor. Allí encontraremos el Árbol de los Deseos, donde podrás hacer uno muy especial" - respondió la abuela, sonriendo.
Luna no podía contener la emoción. Mientras se preparaban, su abuela le contó sobre el legendario Árbol de los Deseos. Dicen que aquellos que llegan hasta él con un corazón puro pueden pedir un deseo que se hará realidad.
"¿Y qué vas a pedir, abuela?" - inquirió Luna.
"Voy a pedir que siempre tengamos momentos como este, compartiendo, riendo y disfrutando juntas" - contestó María, mientras ajustaba su bufanda roja.
Tomadas de la mano, salieron de casa y se adentraron en el bosque. El lugar era un verdadero espectáculo de colores, con hojas verdes, flores de todos los tonos y un suave canto de pájaros que llenaba el aire.
Mientras caminaban, Luna notó algo brillante entre los arbustos.
"¡Mira, abuela! ¡Ese es un caracol de brillitos!" - exclamó emocionada.
"¿Sabías que los caracoles son bastante especiales?" - explicó la abuela. "Ellos nos enseñan que a veces lo más bello se encuentra en las cosas más lentas. Vamos a seguir nuestro camino."
Continuaron avanzando y de repente, escucharon un suave llanto. Al acercarse, descubrieron a un pequeño duende verde, con un gorro de Navidad muy desgarbado.
"¿Qué te pasa, pequeño amigo?" - preguntó Luna.
"He perdido mi campana mágica y sin ella, no puedo hacer que la Navidad llegue a tiempo a mi pueblo" - sollozó el duende.
Luna miró a su abuela y se sintió conmovida.
"¡Vamos a ayudarlo, abuela!" - propuso.
"Claro, querida. Pero, ¿cómo le devolveremos su campana?" - dijo María, pensativa.
Juntas, comenzaron a buscar en el bosque. Miraron bajo las hojas, detrás de los árboles y hasta dentro de un tronco vacío. Después de un rato, cuando ya comenzaban a perder la esperanza, Luna se sentó triste sobre una roca. Mientras observaba el cielo, una idea brillante se le ocurrió.
"¡Abuela! ¿Recuerdas cuando dijiste que los sueños se hacen realidad? Tal vez tengamos que pedir un deseo para que el duende encuentre su campana."
"Es una gran idea, Luna. Vamos a hacer un círculo y a pedir un deseo juntas" - dijo María.
Se tomaron de las manos, se concentraron y cerraron los ojos.
"Querido árbol mágico, te pedimos que ayudes a nuestro amigo duende a encontrar su campana brillante" - dijeron al unísono.
De repente, una suave brisa comenzó a soplar y un destello de luz apareció en el cielo. El árbol, que tiempo atrás habían visto desde lejos, comenzó a brillar con una luz dorada. Era más hermoso de lo que habían imaginado.
"¡Miren!" - gritó el duende, emocionado. "La campana está allí, en la cima del árbol. ¡Gracias!" - saltaba de alegría.
"¡Vamos a ayudarlo a subir!" - dijo Luna, decidida.
Con la ayuda de su abuela, comenzaron a escalar el árbol un poco, hasta que finalmente el duende alcanzó su objetivo. Con un salto, tomó la campana y la sacudió.
"¡Funciona! Ahora todo mi pueblo se alegrará y disfrutarán de la Navidad!" - gritó el duende.
"Nos alegra haberte ayudado" - dijo Luna sonriendo.
"Un momento, debo agradecerles de una forma especial. Por haber mostrado bondad y generosidad, mi regalo será darles una opción para su deseo" - dijo el duende, mientras agitaba su varita mágica.
Luna y María miraron intrigadas, sin saber qué desear.
"Yo solo quiero alegría y amor en nuestras vidas" - dijo la abuela.
"Y yo quiero aventuras con mi abuela todos los días" - añadió Luna con ojos brillantes.
"Ese es el mejor deseo de todos" - dijo el duende alzando su gorro "que la magia de la Navidad esté con ustedes por siempre. ¡Feliz Navidad!"
Con eso, el duende desapareció entre los árboles. Luna y su abuela continuaron su camino, riendo y hablando de la bonita aventura que habían tenido.
"¿Ves? La verdadera magia de la Navidad está en pasar tiempo con quienes amas y ayudar a los demás" - dijo María.
"Sí, abuela, y siempre debemos buscar la alegría en todo lo que hacemos" - respondió Luna.
Y así, regresaron a casa, listas para celebrar la Navidad con el corazón lleno de amor y alegría.
FIN.