La aventura nevada de Lola


Lola era una gatita curiosa y juguetona que vivía en una acogedora casa al pie de la montaña.

Siempre se preguntaba qué habría más allá de su hogar, pero nunca había tenido el coraje de explorar realmente el mundo exterior. Un día, mientras observaba por la ventana, vio cómo los copos de nieve caían suavemente del cielo y cubrían todo a su alrededor con un manto blanco y brillante.

Intrigada por este espectáculo inusual, Lola decidió aventurarse fuera de su casa para descubrir qué era esa cosa esponjosa y fría que nunca antes había visto. Al salir, se encontró con varios animales del bosque que estaban disfrutando de la nieve.

Había un zorro astuto, un conejo saltarín y un búho sabio. "¿Qué es esto?" -preguntó Lola señalando la nieve con su patita. -El zorro respondió: "¡Es nieve! Es como agua congelada que cae del cielo en invierno".

"¿Y qué podemos hacer con ella?" -preguntó emocionada Lola. -El conejo dijo: "¡Podemos tener una guerra de bolas de nieve! ¡Es súper divertido!". -El búho agregó: "También podemos construir muñecos de nieve y hacer ángeles en la nieve".

Lola estaba fascinada por todas estas ideas tan creativas y emocionantes. Nunca antes había experimentado algo así, ¡y quería probarlo todo! Así que se unió a sus nuevos amigos animales y juntos comenzaron a jugar en la nieve.

Primero tuvieron una épica guerra de bolas de nieve, riendo y corriendo entre los árboles mientras se lanzaban las bolitas blancas unas a otras. Luego, se pusieron manos a la obra para construir muñecos de nieve gigantes con sombreros coloridos y bufandas brillantes.

Finalmente, llegó el momento más especial: hacer ángeles en la nieve. Todos se acostaron boca arriba sobre el suave manto blanco y agitaron sus patitas y colas para crear hermosas figuras angelicales en el suelo helado.

La risa resonaba en el bosque mientras disfrutaban juntos ese momento mágico. Lola descubrió que fuera de su casa había un mundo lleno de maravillas por explorar y nuevos amigos dispuestos a compartir experiencias increíbles con ella.

Aprendió que la curiosidad puede llevarte a vivir aventuras inolvidables si te atreves a dar el primer paso fuera de tu zona de confort. Así terminó ese día invernal, con Lola felizmente agotada después de tanto juego bajo el sol poniente.

Y desde entonces, cada vez que veía caer la nieve del cielo, recordaba aquella jornada llena magia e ilusión junto a sus amigos del bosque.

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