La Aventura Nocturna de Leo



Era una calurosa noche en la ciudad de Buenos Aires. Leo, un niño de seis años con una gran imaginación, estaba jugando en su habitación. Había construido una fortaleza con almohadas y mantas, y estaba rodeado de sus juguetes favoritos. Sin embargo, el reloj marcaba la hora de dormir, y Leo no tenía ninguna intención de dejar su emocionante juego.

Su mamá llamó desde la cocina:

"¡Leo, es hora de irse a dormir! Mañana tendrás un gran día en el colegio."

"¡Pero mamá! Estoy a punto de descubrir un tesoro escondido en mi fortaleza. ¿No puedo quedarme un ratito más?" - contestó Leo, mirando con ojos brillantes las alturas de su fuerte.

"Sabés que dormir es importante, ¿verdad? Sin sueño, no podrás ser el mejor explorador mañana en el colegio."

Leo suspiró, pero se le ocurrió una idea. Si no podía jugar, podría inventar una aventura. Resolvió que se iría a dormir, pero solo si la aventura lo esperaba en el mundo de los sueños.

"Está bien, mamá. Pero tengo un trato. Me voy a dormir y me prometo que tendré una aventura increíble esta noche."

La mamá sonrió y apagó la luz, dejándolos en la penumbra.

Esa noche, cuando cerró los ojos, Leo se encontró en un bosque mágico lleno de árboles que hablaban y animales que llevaban sombreros.

"¡Hola, Leo!" - dijo un loro con gafas de sol. "Soy Lalo, el loro aventurero. ¡Necesitamos tu ayuda para encontrar el tesoro escondido!"

"¿Un tesoro? ¡Sí, claro! Dime qué tengo que hacer" - exclamó Leo, lleno de emoción.

Lalo le explicó que el tesoro estaba custodiado por un dragón gigante que no le gustaba que lo molestaran. Sin embargo, había una forma de distraerlo: ¡una fiesta de baile!"¿Una fiesta? ¡Me encanta bailar!" - dijo Leo, y comenzó a mover los pies.

Juntos, comenzaron a reunir a todos los animales del bosque para organizar un gran baile. Había conejitos, zorros y hasta una tortuga, que se movía muy lentamente.

"¡Vamos, tortuga! ¡Date prisa!" - le pidió Leo.

"¡Estoy yendo lo más rápido que puedo!" - respondió la tortuga con una amplia sonrisa.

Finalmente, llegó la noche de la fiesta. Con luces de colores y mucha música, Leo logró hacer que el dragón saliera de su cueva. Cuando el dragón asomó su gran cabeza, todos los animales comenzaron a bailar.

"¿Qué está pasando aquí?" - gruñó el dragón, pero al ver a Leo danzando con alegría, no pudo evitar sonreír.

"¡Hola, amigo dragón! ¡Estamos celebrando! ¿Querés unirte a nuestra fiesta?" - le preguntó Leo.

El dragón, sorprendido por la valentía y el entusiasmo de Leo, decidió unirse a ellos. Rápidamente, el monstruo se convirtió en el rey del baile, moviéndose con una gracia inesperada.

Entre risas y bailes, Leo se dio cuenta de que estaba ganando la confianza del dragón y, como resultado, podía pedirle que le dejara ver el tesoro. Cuando el dragón se sintió cómodo, lo llevó a su cueva, donde había un cofre magnífico, lleno de monedas brillantes y piedras preciosas.

"¡Guau! ¡Esto es increíble!" - exclamó Leo.

El dragón le dijo:

"Puedes llevarte lo que quieras, pero recuerda: el verdadero tesoro está en la amistad que construimos esta noche. Ahora, mientras bailamos y nos reímos, eso es lo que realmente importa."

Al escuchar esto, Leo sintió que su corazón se iluminaba, y cuando volvió a abrir los ojos, se dio cuenta de que había despertado en su cama, justo a tiempo para el desayuno.

Con una sonrisa en el rostro, Leo corrió hacia la cocina donde su mamá estaba preparando el desayuno.

"¡Mamá! Tuve la mejor aventura en mis sueños. ¡Bailé con un dragón!" - le contó emocionado.

"¡Qué bueno! Me alegra que hayas tenido una gran aventura, pero ahora entiendo que deberías irte a dormir más temprano. Las mejores aventuras también necesitan descanso." - le respondió ella.

Desde ese día, Leo no solo aprendió la importancia de dormir, sino que también soñó con nuevas aventuras cada noche. Y cuando se iba a acostar, siempre hacía una pequeña fiesta de baile en su habitación, como un recordatorio de su maravilloso encuentro con el dragón.

Y así, Leo descubrió que a veces las mejores aventuras esperan al otro lado del sueño. La imaginación no tiene límites, y el descansar bien le haría vivir aún más momentos mágicos todos los días.

Fin.

FIN.

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