La Aventura Nocturna de Lolo el Zorrito



Era una noche tranquila en el bosque donde vivía Lolo, un simpático zorrito de pelaje naranja brillante. El sol se estaba ocultando, y las estrellas comenzaban a brillar en el cielo. Lolo jugaba con sus amigos en el recoveco de un árbol, cuando de repente escuchó a su padre llamándolo.

"¡Lolo! ¡Es hora de bañarte!" - gritó su papá, un gran zorrito sabio con bigotes mucho más largos que los de Lolo.

Lolo suspiró, pues el agua fría no era su parte favorita del día, pero sabía que debería comportarse y hacerle caso a su padre.

"¡Ya voy, papá!" - respondió Lolo, pensando en cómo podría hacer que el baño fuera más divertido.

Cuando llegó a casa, su madre, una zorra muy cariñosa, lo esperaba con un delicioso plato de zanahorias y hojas verdes.

"¡Mmm! ¡Qué rica cena, mamá!" - dijo Lolo, haciendo saltitos de alegría.

"Gracias, mi amor. Come bien para que puedas jugar mucho después" - contestó su madre con una sonrisa.

Mientras disfrutaban de la cena, Lolo no podía dejar de pensar en el juego que había planeado hacer después del baño. Volvió a sentir un escalofrío al recordar la fría bañera, pero en cuanto su padre dijo:

"¿Listo para una aventura después del baño?" - se le iluminaron los ojos.

Lolo se dio un chapuzón rápido y salió de la bañera salpicando agua por todas partes.

"¡Ya estoy listo!" - exclamó, secándose con una toalla que su madre le había preparado.

Luego, los tres se dirigieron a su cuarto. Ahí había un mundo de juegos esperando. Lolo sacó sus juguetes de construcción, y juntos comenzaron a construir una fortaleza.

"¡Miren qué alto lo estoy haciendo!" - dijo Lolo mientras colocaba el último bloque con un poco de esfuerzo.

Pero justo cuando pensaban que estaban a punto de terminar, un viento fuerte sopló por la ventana y, ¡zas! , la fortaleza se derrumbó.

"¡Oh no!" - exclamó Lolo, sintiendo que el juego había terminado.

"No te preocupes, Lolo. A veces, las cosas no salen como uno espera. Lo importante es intentarlo de nuevo" - dijo su padre tratando de consolarlo.

"Sí, y además, podemos construir de nuevo, ¡más grande esta vez!" - sugirió su madre con entusiasmo.

Así que, en vez de rendirse, Lolo y sus padres comenzaron de cero. Después de muchos esfuerzos y risas, construyeron una fortaleza aún más grande que la anterior. Esta vez, decidieron decorarla con hojas y flores del jardín.

Una vez que la fortaleza estuvo lista, Lolo se sintió orgulloso y feliz.

"¡Es la mejor fortaleza del mundo!" - gritó emocionado.

"Sí, y todo gracias a que no nos rendimos" - agregó su madre.

Olvidándose del cansancio, empezaron a jugar como si fueran valientes exploradores en una nueva tierra.

Pero después de un rato, Lolo empezó a sentir cómo los sueños lo llamaban.

"Yo creo que ya tengo sueño" - murmuró el zorrito, mientras trataba de mantener sus ojos abiertos.

"Está bien, Lolo. Ahora es hora de dormir" - dijo su padre, acariciando su cabeza.

"Sí, pero primero un cuento, porfa" - pidió Lolo con un brillo en los ojos.

Sus padres sonrieron y se acomodaron alrededor de Lolo, listos para contarle una historia mágica que lo llevaría al mundo de los sueños.

Y así, entre risas, juegos y cuentos, Lolo se fue despidiendo de un día lleno de aventuras, rodeado del amor de sus padres. Y al cerrar los ojos, soñó con más fortalezas y exploraciones, sabiendo que siempre tendría sus papás a su lado para compartirlas.

FIN.

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