La Aventura Nocturna de Lúcia



Era una noche lluviosa en el pequeño pueblo de Valle Verde. La escuela, siempre llena de risas y juegos, ahora parecía un lugar silencioso y misterioso. Lúcia, una niña curiosa de diez años, se asomó por la ventana de su casa. La lluvia caía intensamente, y ella no podía dejar de pensar en sus amigos de la escuela.

Mientras su mamá, Ana, le leía un cuento, Lúcia no podía concentrarse.

"Mami, ¿podemos ir a la escuela? No puedo dejar de pensar en lo que estarán haciendo mis amigos y si estarán bien", dijo Lúcia, inquieta.

"Es tarde, mi amor. Además, con este clima no es seguro. Mejor quedate aquí y disfrutemos del cuento", le respondió Ana con dulzura.

Pero Lúcia tenía otra idea en mente. De pronto, recordó que bajo el gran roble en el patio de la escuela había un túnel secreto que sus amigos habían encontrado. Ella había oído historias de aventuras que se vivían en el bosque cercado por la escuela.

Sin pensarlo dos veces, Lúcia decidió que esa noche sería perfecta para una aventura.

"¡Voy a buscar a mis amigos! ¡No puedo perderme el túnel!", exclamó Lúcia mientras se ponía su chubasquero.

"Pero Lúcia, no es seguro salir en medio de la lluvia", le advirtió Ana.

"Mami, prometo que volveré pronto. Solo quiero saber si ellos también están pensando en la aventura del túnel", dijo Lúcia con determinación.

Ana dudó por un momento, pero finalmente cedió, sabiendo que a veces, los niños necesitan explorar y vivir sus propias aventuras.

"Está bien, pero ve con cuidado y no te alejes mucho", le dijo Ana.

Lúcia salió de casa y corrió hacia la escuela. La lluvia caía fuerte, y el viento soplaba, pero eso solo hacía que la aventura fuera más emocionante. Cuando llegó al patio, se dio cuenta de que estaba completamente sola.

"¡Hola! ¿Hay alguien aquí?", llamó, pero sólo escuchó el murmullo de la lluvia.

De repente, vio una luz titilante en el extremo del bosque. Sin pensarlo, Lúcia siguió la luz, su corazón latiendo con fuerza. Al acercarse, encontró a sus amigos: Tomás, Clara y Lucas.

"¡Lúcia! ¡Te estábamos esperando!", gritó Tomás.

"¡Creí que nadie vendría!", añadió Clara, emocionada.

"Vamos a explorar el túnel que encontramos. Dicen que lleva a un lugar mágico", dijo Lucas.

Lúcia sonrió, aliviada de no estar sola.

"¡Sí! Vamos juntos", animó, y los cuatro se dirigieron a la base del gran roble.

Al llegar al túnel, se dieron cuenta de que estaba cubierto de hojas y barro. La lluvia había hecho que pareciera aún más misterioso.

"¿Y si nos perdemos?", preguntó Clara, un poco asustada.

"No te preocupes. Lo haremos juntos. ¡Contemos hasta tres y entramos!", propuso Tomás.

"Uno, dos, tres... ¡Vamos!", gritaron en coro, y se adentraron en el túnel.

Mientras caminaban, la luz de sus linternas iluminaba las paredes húmedas, y en el fondo, escucharon un sonido extraño.

"¿Qué fue eso?", preguntó Lúcia, sintiendo un escalofrío por la espalda.

"Es solo el eco, nada de qué preocuparse", respondió Lucas.

A medida que avanzaban, el túnel se ensanchaba y se llenaba de extrañas formaciones de piedra.

"¡Miren!", señaló Clara, emocionada.

En el centro de la sala había una extraña piedra brillante que emitía colores radiantes.

"¡Wow! ¡Es como una joya!", exclamó Lúcia.

"Debemos llevarla a la escuela, se verá genial en el aula", sugirió Tomás.

"No sé si sea buena idea. Puede ser parte de la naturaleza", cuestionó Lucas.

Después de un debate, decidieron dejar la piedra en su lugar, dándose cuenta de que era un hallazgo especial que debía permanecer en el bosque.

De repente, un fuerte trueno resonó en el exterior.

"¡Tenemos que volver, la lluvia puede estar aumentando!", propuso Lúcia.

Los amigos concordaron y comenzaron a regresar.

Al salir del túnel, el tempestuoso cielo había empezado a despejarse. A lo lejos, ya podían ver un arcoíris que comenzaba a formarse.

"¡Miren! Siempre después de la tormenta aparece un arcoíris", dijo Clara, asombrada.

"Es como un recordatorio de que las dificultades no duran para siempre", añadió Lúcia con una sonrisa.

Los amigos se despidieron y Lúcia regresó a casa, donde su mamá la esperaba preocupada.

"¡Estaba tan asustada!", dijo Ana al ver a su hija.

"Lo siento, mami. Pero fue una aventura increíble. ¡Vimos un túnel mágico y un arcoíris!", explicó Lúcia emocionada.

"Me alegra que estés bien. Las aventuras son geniales, pero siempre hay que tener cuidado", le recordó Ana.

Lúcia asintió. Esa noche, mientras se acomodaba en su cama, soñó con su próxima aventura. Sabía que todo lo que aprendió esa noche sería una historia que contar a sus compañeros en la escuela al día siguiente. Y así, en cada aventura, Lúcia se volvió más valiente y curiosa, aprendiendo a valorar la amistad y la belleza de la naturaleza, un arcoíris a la vez.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!