La Aventura Otoñal de las Oruguitas



Era un radiante día en la Ciudad de las Estaciones, donde se encontraba la clase de 3 años llamada "La clase de las oruguitas". Los niños y niñas, llenos de energía y curiosidad, estaban listos para vivir una nueva aventura. El profesor Guille, un alegre docente con una gran sonrisa, había decidido llevar a sus pequeños alumnos a un paseo por el parque para explorar la magia del otoño.

"¡Chicos! Hoy vamos a aprender sobre el otoño y sus maravillosos colores", dijo Guille, mientras mostraba a los niños una hoja de árbol en tonos amarillos y naranjas.

"¡Sí! ¡Me encantan las hojas de colores!", gritó Lila, una niña con una blusa colorida y una gran sonrisa.

"Yo quiero recoger tantas hojas como pueda!", dijo Lauti, emocionado mientras saltaba de un pie al otro.

Los chicos se pusieron en fila, listos para iniciar su caminata. Al llegar al parque, las hojas crujían bajo sus pies, y el aire fresco los envolvía como un abrazo. Cada rinconcito del parque estaba cubierto por un manto de hojas de distintos colores.

"Miren, ¡allí hay una hoja roja!", exclamó Tini, señalando un árbol.

"¡Y hay un montón de hojas doradas por allá!", dijo Sofi, señalando hacia el suelo.

Con el entusiasmo a flor de piel, Guille propuso un juego:

"Vamos a hacer una búsqueda de hojas. El que encuentre la hoja más grande y la más pequeña, podrá elegir un cuento para leer después".

Los niños se lanzaron a la búsqueda, gritando y riendo. Mientas buscaban, Lila tropezó con algo en el suelo.

"¡Eh! ¿Qué es esto?"

Examinó lo que había encontrado. Era una pequeña caja de madera cubierta de hojas secas.

"Es un tesoro", dijo Lauti, acercándose con curiosidad.

"¿Y si la abrimos?", sugirió Tini, con los ojos brillantes de emoción.

Con cuidado, Lila levantó la tapa y descubrieron que la caja estaba llena de semillas de diferentes formas y tamaños.

"¡Wow! ¿Qué haremos con estas semillas?", preguntó Sofi.

"Podríamos plantar algunas para que crezcan nuevas plantas", propuso Guille con una sonrisa.

"¡Sí! ¡Así tendremos más colores en el parque!", dijo Lauti, entusiasmado.

Así que tras el descubrimiento, decidieron recolectar algunas hojas y también las semillas. Después de un rato de jugar, Guille los reunió para hablar sobre lo que habían encontrado.

"Chicos, hoy han encontrado un tesoro y han aprendido sobre los colores del otoño. ¿Qué más aprendieron?"

"Que las semillas pueden crecer si las plantamos", dijo Sofi.

"¡Y que los árboles tienen hojas de diferentes colores!", agregó Tini.

Con la promesa de plantar las semillas al día siguiente en el jardín de la escuela, un aire de felicidad envolvía a la clase de las oruguitas. Pero antes de irse, se animaron a hacer un pic nic entre las hojas.

"¿Qué tal un sándwich de hojas de otoño?", bromeó Lauti, provocando risas.

Justo cuando estaban disfrutando del pic nic, comenzaron a notar algo inusual. Una ráfaga de viento sopló fuertemente, levantando hojas alrededor.

"¡Miren! ¡Es como si las hojas nos estuvieran invitando a bailar!", dijo Lila, mientras comenzaba a girar entre las hojas.

"¡Vamos todos!", gritó Tini, y uno a uno, los niños comenzaron a girar y a saltar al ritmo de la brisa otoñal. La alegría se apoderó del parque y los risas se mezclaron con el crujir de las hojas.

Al final del día, Guille llevó a sus oruguitas de regreso al aula.

"¿Cómo cambiaron nuestros corazones hoy?", preguntó.

"¡Aprendimos sobre el otoño y sobre la amistad!", respondió Lauti, radiante.

"¡Y descubrimos un tesoro!", exclamó Lila.

Así fue como, en un hermoso día de otoño, La clase de las oruguitas no solo aprendió sobre la estación, sino que también fortalecieron sus lazos de amistad, compartieron risas y aventuras, y se llevaron consigo el recuerdo de una jornada inolvidable.

FIN.

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