La Aventura Paciente de Juan



Era un hermoso sábado por la mañana en la ciudad de Buenos Aires. Juan, un niño lleno de energía y entusiasmo, estaba listo para salir a patinar con sus amigos. Se encontró con Ada, Maya, Alicia, Olivia, Clara e incluso su compañero especial, Raptor, un dinosaurio rojo que siempre estaba dispuesto a unirse a la diversión, mientras que Frank, el perro pug, correteaba a su lado.

"¡Chicos! ¡Hoy vamos a hacer la mejor aventura en patinente!" - gritó Juan emocionado.

"Sí! Pero no olvides que tenemos que ir a la plaza primero, y no podemos salir corriendo. Es importante mantenernos juntos!" - le respondió Clara.

Pero Juan estaba tan ansioso por patinar que no prestó atención. Sin esperar a sus amigos, se lanzó por el camino con su patinente, dejando atrás a todos.

Mientras patinaba rápidamente, se dio cuenta de que no conocía bien la zona. El camino se torcía y cada vez iba más rápido. De repente, Juan se encontró en un cruce que nunca había visto.

"¡Uff! ¿Y ahora dónde estoy?" - se dijo a sí mismo, mientras comenzaba a sentirse un poco asustado.

A lo lejos, pudo ver a sus amigos. Estaban intentando alcanzarlo, pero él había tomado un camino diferente y se había alejado más de lo que imaginaba.

"¡Juan, espera!" - gritó Olivia.

"¡Volvé! ¡Es peligroso!" - agregó Ada, preocupada.

Juan se detuvo y se sentó en una banca, frustrado y sólo. Con la cabeza gacha, pensó en lo que había hecho. Había dejado que su emoción lo llevara a tomar decisiones apresuradas.

Raptor se acercó y, con su voz suave explicó,

"A veces, la paciencia es más valiosa que la velocidad, Juan. Todos queremos llegar a la meta, pero es mejor disfrutar el camino juntos."

Juan levantó la vista y se dio cuenta de que había puesto en riesgo la diversión de todos. Comenzó a extrañar a sus amigos más de lo que había esperado.

"Lo sé, Raptor. No debería haberme adelantar así. Me perdí, y lo peor es que estoy solo." - dijo Juan con una leve sonrisa y un suspiro.

Mientras tanto, sus amigos no se dieron por vencidos. Olvidaron su propia frustración y decidieron buscar a Juan. Alicia, que siempre había sido muy buena organizando cosas, sugirió usar un mapa para buscarlo.

"No podemos perder de vista a Juan. Vamos a formarnos en fila y usar el mapa para avanzar juntos. ¡Así es más seguro!"

Con el mapa en mano, el grupo comenzó a buscarlo, justo cuando Frank comenzó a olfatear el aire. Raptor le ladró y lo alentó.

"¡Vamos, Frank! Guíanos."

Tras unos minutos, los amigos encontraron a Juan. Él se sintió aliviado y contento de verlos.

"¡Chicos, qué bueno que están aquí! Me siento tonto por no haber sido paciente."

"No estás tonto, Juan. Aprender a ser paciente es parte de crecer. Ahora, podemos seguir juntos, pero con más cuidado." - le dijo Maya con una sonrisa.

Juan sonrió y, esta vez, se unió a sus amigos de manera más tranquila. **Aprendió que lo más importante no era llegar primero, sino disfrutar del camino en compañía**.

Cuando finalmente llegaron a la plaza, decidieron hacer una carrera de habilidades. Establecieron reglas y todos se sintieron emocionados. Juan, en lugar de apresurarse, tomó su tiempo para prepararse. A medida que avanzaban, se ayudaban entre sí y se reían. Cada uno tenía su momento, y eso hacía que la carrera fuera divertida.

"¡Esto es genial! ¡Gracias por esperarme, amigos!" - dijo Juan, sintiendo que había aprendido una valiosa lección.

Después de la carrera, todos se sentaron juntos en el parque a descansar y sacar algunas fotos. Raptor estaba a su lado, haciendo caras divertidas mientras Frank jugaba a sus pies.

"Recuerden, chicos: a veces los mejores momentos son aquellos en los que aprendemos a ser pacientes. ¡Y nunca estamos solos cuando estamos juntos!" - concluyó Juan.

Y así, Juan y sus amigos pasaron un día increíble, lleno de risas, aprendizaje y amistad, listos para nuevas aventuras que vendrían, porque ahora, sabían que la paciencia era el mejor patinente para andar por la vida.

FIN.

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