La Aventura Rural de la Profesora Ana
Era un día soleado en el pequeño pueblo de San Martín, donde la Profesora Ana daba clases de turismo rural a sus alumnos de séptimo grado. Ana era una mujer apasionada por la naturaleza y las tradiciones del campo, y siempre soñaba con mostrarles a sus estudiantes la belleza del mundo rural.
Un día, mientras explicaba las características de una finca ecológica, la profesora decidió organizar un viaje de campo.
"Chicos, ¿qué les parecería visitar una granja?" - preguntó Ana, mientras sus ojos brillaban de emoción.
"¡Siii!", gritaron todos en coro, llenos de entusiasmo.
"Genial, vamos a aprender sobre el turismo rural y cómo cuidamos nuestro medio ambiente en el proceso" - agregó Ana.
Los días pasaron volando y, tras preparar todo, llegó el gran día. Los niños se subieron al autobús, llenos de risas y alegría. Al llegar a la granja de don Miguel, un amable granjero de la zona, se quedaron maravillados.
"¡Miren esas vacas!" - exclamó Juan, señalando emocionado.
"Sí, y esas cabras son tan simpáticas", agregó Lucía.
Don Miguel los recibió con una gran sonrisa.
"Bienvenidos a mi granja, chicos. Hoy aprenderán cómo se cuidan los animales y también algunas cosas sobre el cultivo de verduras".
Comenzaron el recorrido y pronto se adentraron en el huerto. Ana les explicó la importancia de elegir cultivos que respeten el ciclo natural.
"¿Saben qué es la rotación de cultivos?" - preguntó Ana.
"¡No!", respondieron todos curiosos.
"Es una práctica para mantener la salud de la tierra, no podemos plantar lo mismo siempre en el mismo lugar" - explicó la profesora.
"¿Y qué pasa si lo hacemos?" - interrumpió Tomás.
"La tierra se agota y pierde nutrientes, y eso no es bueno para las plantas ni para los animales" - contestó Ana.
Mientras caminaban, de repente escucharon un estruendo. Una de las cabras había escapado y corría hacia un campo de flores.
"¡Rápido, sigan a la cabra!" - gritó Ana asustada.
"¡Ven aquí, Margarita!" - llamó don Miguel, intentando atraparla.
Los niños comenzaron a correr detrás de la cabra. Lucía se adelantó y, con mucha astucia, llevó a Margarita de regreso.
"¡Lo hice! ¡Lo logré!" - gritó Lucía, luchando por mantener a la cabra tranquila.
"¡Bravo, Lucía! Eres una verdadera cuidadora de animales," - aplaudió Ana, mientras todos se congratulaban.
Después de esa aventura, los niños se sentaron a almorzar en un hermoso campo rodeado de flores. Mientras disfrutaban de una rica ensalada con productos de la granja, don Miguel se unió a la conversación.
"¿Saben por qué es importante el turismo rural?" - les preguntó.
"Porque podemos aprender sobre la naturaleza y ayudar a los agricultores," - respondió Tomás.
"Exactamente. ¡Así se construye un futuro mejor!" - dijo don Miguel con orgullo.
Luego de la comida, Ana propuso otra dinámica.
"Vamos a hacer un pequeño proyecto. Cada uno de ustedes elegirá un aspecto del turismo rural que le gustaría fomentar. Pueden ser talleres de cocina, visitas a huertas, o actividades con los animales".
Los niños empezaron a debatir sus ideas, mientras se miraban unos a otros llenos de energía. Unas horas después, todos presentaron sus proyectos.
"Yo quiero hacer un taller de elaboración de queso" - dijo Juan.
"A mí me gustaría organizar paseos en bicicleta por el campo" - agregó Lucía.
"Y a mí, crear un día de campo educativo donde podamos enseñar sobre las plantas" - propuso Tomasito con emoción.
Ana sonrió al ver la dedicación de sus alumnos.
"¡Estamos en el buen camino para crear un turismo rural responsable! Estoy muy orgullosa de ustedes".
Al finalizar el día, los estudiantes regresaron a la escuela con el corazón lleno de aprendizajes y nuevos sueños por cumplir. Nunca olvidarían esa aventura que no solo les enseñó sobre el turismo rural, sino también a ser responsables con el medio ambiente y a valorar lo que les ofrece la naturaleza.
Al finalizar el año escolar, organizaron una feria en la escuela donde presentaron sus proyectos y recibieron a familias y amigos. Las sonrisas y la alegría invadieron el lugar, y así, desde aquella mágica visita a la granja de don Miguel, un nuevo amor por lo rural brotó en cada uno de ellos, dejando huellas en sus corazones por el resto de sus vidas.
FIN.