La aventura solidaria de la señorita Ligia


Adela era una niña muy curiosa y activa que asistía al jardín de infantes todos los días. Allí, tenía la suerte de tener como maestra a la señorita Ligia, quien siempre estaba dispuesta a enseñarles cosas nuevas y divertidas.

Un día, la señorita Ligia decidió llevar a sus alumnos a un viaje especial. Les dijo que iban a aprender sobre el valor de compartir y jugar juntos con sus compañeros de sala.

Adela estaba emocionada por esta nueva aventura. Cuando llegaron al parque, la señorita Ligia les pidió que se sentaran en círculo para explicarles las reglas del juego. "Vamos a jugar con una pelota", dijo ella.

"Pero no pueden retenerla por más de 5 segundos cada uno". Los niños comenzaron a jugar y todo parecía ir bien hasta que Adela agarró la pelota y no quería soltarla. La señorita Ligia intervino rápidamente: "Adela, recuerda lo que hablamos antes de venir aquí.

Compartir es importante para poder disfrutar juntos del juego". Adela entendió y dejó que otro niño tomara la pelota. Después de un rato jugando en equipo, los niños se cansaron y decidieron descansar debajo de un árbol cercano.

Fue entonces cuando notaron algo extraño: había un perro abandonado cerca del parque.

La señorita Ligia vio cómo los ojos de sus alumnos se llenaban de tristeza ante esa imagen desoladora e inmediatamente decidió enseñarles otra lección importante: el amor por los animales. "Chicos, ¿qué podemos hacer para ayudar a ese perrito?", preguntó la maestra. Los niños se miraron unos a otros y comenzaron a pensar en posibles soluciones.

Finalmente, decidieron llevar al perro al refugio de animales cercano. Adela estaba muy emocionada por haber ayudado a un animal necesitado. "¡Esto ha sido lo mejor que hemos hecho hoy!", exclamó ella.

La señorita Ligia sonrió satisfecha al ver el aprendizaje que sus alumnos habían adquirido en ese día tan especial. Habían aprendido sobre compartir y jugar juntos, pero también sobre la importancia de ayudar a los demás, ya sean personas o animales.

Cuando llegaron al jardín de infantes, Adela no podía dejar de hablar sobre su gran aventura del día. La señorita Ligia sabía que había logrado algo importante con esa salida educativa: enseñarles valores importantes mientras se divierten y disfrutan del mundo que les rodea.

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