La Aventura Soñada de Benjamín
Era una tarde brillante en Buenos Aires, y Benjamín se encontraba sentado en su escritorio, rodeado de libros sobre la vida del general San Martín. Estaba muy emocionado por el trabajo escolar que debía presentar, pero, al mismo tiempo, tenía una pizca de cansancio que lo invitaba a soñar.
Mientras leía acerca de la gran hazaña del general y su histórica cruzada por los Andes, los ojos de Benjamín comenzaron a cerrarse lentamente. En su mente, un mundo nuevo se abría, y así comenzó su maravillosa aventura junto a sus amigos Mauricio y Ricardo.
De repente, Benjamín se encontró en un hermoso valle. Cielo despejado, montañas majestuosas y un río que corría rápidamente como si estuviese contando historias del pasado. Al mirar a su alrededor, vio que Mauricio y Ricardo también estaban allí, un poco confundidos pero felices.
"¿Dónde estamos, Benjamín?" - preguntó Mauricio, buscando respuestas en la mirada decidida de su amigo.
"¡Creo que estamos en el momento en que el general San Martín cruzó los Andes!" - exclamó Benjamín emocionado.
"¡Eso es increíble!" - dijo Ricardo, saltando de alegría. "¡Vamos a ser parte de la historia!".
A medida que se adentraron en el paisaje, el aire fresco y perfumado les dio fuerza. Decidieron que, al igual que San Martín, ellos también debían cruzar la montaña. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que el camino estaba lleno de retos: un río caudaloso, un tramo de piedras resbaladizas y un gran deslizamiento de tierra bloqueando el paso.
"¿Y ahora qué hacemos?" - preguntó Mauricio, un poco asustado.
"Pensemos como lo haría San Martín," sugirió Benjamín. "¡Si él pudo, nosotros también podemos!".
Juntos, empezaron a buscar soluciones. Con una actitud valiente, Benjamín propuso construir una balsa con ramas y hojas para cruzar el río. Ricardo se enfocó en buscar las mejores piedras para hacer un camino y Mauricio se encargó de motivar a todos cuando se sentían cansados.
Luego de un arduo trabajo, lograron construir su balsa y navegaron al otro lado del río. Pero no todo estaba resuelto. Apenas llegaron, se encontraron con un grupo de animales salvajes que los miraban con curiosidad.
"¡Mirá, son cóndores!" - exclamó Ricardo.
"Y unas llamas, ¡qué suerte!" - agregó Mauricio.
"Tal vez podamos convencerlos de que nos ayuden," sugirió Benjamín. En ese momento, se acercaron un par de llamas.
"¿Nos pueden dar una mano?" - les preguntó Benjamín. Las llamas, sorprendidas por su valentía, aceptaron llevar a los tres amigos hasta la cima de la montaña.
Así, montando en esas simpáticas criaturas, Benjamín, Mauricio y Ricardo llegaron a la cima, donde pudieron ver todo el valle y las tierras que habían cruzado. Era un espectáculo impresionante que les llenó el corazón de alegría.
"¡Lo logramos!" - gritó Mauricio, lleno de energía. "Somos como San Martín, ¡hemos cruzado los Andes!".
Pero al momento de disfrutar de su triunfo, el cielo se oscureció repentinamente. Una tormenta se aproximaba, y los amigos comprendieron que debían buscar refugio. Mirando al horizonte, vieron una cueva y se corrieron hacia ella, donde se sintieron seguros.
Mientras esperaban que pasara la tormenta, comenzaron a hablar sobre lo que habían aprendido.
"Fíjense, aunque tuvimos obstáculos, siempre encontramos la manera de superarlos," dijo Benjamín, pensativo. "Eso es lo que hizo San Martín, un líder que nunca se rindió. ¡Debemos ser valientes como él!".
Al cabo de un rato, la tormenta se disipó y los amigos emergieron de la cueva, ahora más unidos que nunca y listos para continuar su aventura. Juntos, decidieron buscar un modo de volver a casa mientras se prometieron que siempre vivirían nuevas aventuras y aprenderían de la historia.
Y así, Benjamín, Mauricio y Ricardo regresaron, no solo emocionados por su aventura mágica sino también más sabios y decididos a seguir los pasos del valiente general San Martín.
Al despertar, Benjamín sonrió al recordar todos esos momentos, sintiéndose inspirado para contarles a sus compañeros de clase todos los aprendizajes que había obtenido en su fantástico sueño. Y está seguro de que, con esfuerzo y valentía, siempre se pueden superar los desafíos, tal como lo hizo San Martín.
Así, la historia de su aventura no solo se convirtió en un relato de amistad, sino en el motor de sueños y éxitos futuros.
FIN.