La Aventura Verde de Lucía y Mateo



Era un soleado día de primavera en el pequeño pueblo de Río Claro. Lucía y Mateo, dos amigos inseparables, habían escuchado a su maestro hablar sobre lo importante que era cuidar el medio ambiente. "Hoy debemos hacer algo especial por nuestra montaña", dijo Lucía emocionada. "Sí, vamos a llevarle algo de amor y cuidado", respondió Mateo con una sonrisa.

Decididos, los dos amigos prepararon una mochila con bolsas de basura, guantes y un montón de energía. Se pusieron en marcha hacia la montaña, pero cuando llegaron, se dieron cuenta de que había mucha basura esparcida por todas partes.

"¡Mirá esto!", exclamó Mateo. "Es una lástima que la gente no cuida este lugar tan hermoso", añadió Lucía. Sin pensarlo dos veces, empezaron a recoger la basura, riendo y conversando. Cada vez que llenaban una bolsa, se sentían más felices.

De repente, escucharon un ruido raro. "¿Qué fue eso?", preguntó Mateo, mirando a su alrededor. Siguiendo el sonido, encontraron a una pequeña ardilla atrapada en un plástico.

"¡Pobrecita!", dijo Lucía compasivamente. "Vamos a ayudarla", sugirió Mateo. Con mucho cuidado, liberaron a la ardilla. "¡Gracias!", chirrió la ardilla, sorprendiéndolos a ambos.

"¿¡Puedes hablarnos! ?", preguntó Lucía asombrada. "Sí, pero no muchos humanos me escuchan. Ustedes hacen algo muy importante. Por favor, cuiden nuestra montaña", respondió la ardilla. Con un rápido movimiento, se fue dando saltitos entre los árboles.

Después de un rato de limpiar y disfrutar de la naturaleza, los amigos se sentaron a descansar. "Lucía, ¿te imaginas si todos hicieran lo mismo?", dijo Mateo. "Sería increíble. La montaña estaría siempre limpia y fresca", respondió ella pensativa.

De repente, escucharon un estruendo. Mirando hacia arriba, vieron una nube de humo acercándose rápidamente. "¡Mateo, eso es un incendio!", gritó Lucía. Trataron de no entrar en pánico.

"¿Qué podemos hacer?", preguntó Mateo con preocupación. "¡Llamemos a los bomberos!", dijo ella, sacando su celular.

Con rapidez, llamaron a los bomberos, quienes llegaron para apagar el fuego. "Excelente trabajo, chicos. Si no fuera por ustedes, esto podría haber sido mucho peor", les dijo un bombero sonriendo.

Mateo y Lucía se miraron, con gran satisfacción en sus corazones. "Quizás deberíamos hacer un grupo para cuidar la montaña", sugirió Mateo. "¡Sí! Podríamos invitar a más amigos y hacer minilimpiezas!" respondió Lucía.

Al final del día, no solo habían protegido a la ardilla y ayudado a apagar un incendio, sino que además habían tomado una decisión importante. Ya no serían solo amigos, ahora serían protectores de la montaña.

Desde aquel día, Lucía y Mateo formaron el Club de los Amigos de la Montaña, y cada semana organizaban salidas para cuidar la naturaleza. Más niños se unieron, y muy pronto, el pueblo entero estaba hablando de la montañita que todos amaban. "¡La montaña está en nuestras manos!", exclamaban al unísono.

Y así, gracias al valor de dos amiguitos, nació un gran amor hacia la naturaleza en Río Claro, donde todos aprendieron a cuidar su entorno y a vivir en armonía con la naturaleza.

Desde ese día, cada vez que veían una ardilla, sonreían, sabiendo que la pequeña mentira había hecho que todo esto fuera posible.

FIN.

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