La Aventuras de los Valientes Jardineritos
Era una mañana soleada en el jardín de infantes 'Los Pequeños Exploradores'. Un grupo de amigos, formado por Martín, Sofía, Lucas y Ana, estaba entusiasmado por la nueva actividad que les había preparado la maestra Clara: un juego de búsqueda del tesoro en el parque que estaba al lado de su escuela.
"¿Qué habrá en el tesoro?" - preguntó Lucas, moviendo su pequeña mochila.
"Quizás dulces o juguetes!" - dijo Sofía, saltando de emoción.
"Yo espero que sea un mapa antiguo" - añadió Martín con una sonrisa traviesa.
Cuando llegaron al parque, la maestra Clara les dio un sobre con pistas. La primera pista decía: "Bajo el gran árbol de la plaza, lo que buscas te espera y nunca se rinde".
"¡Vamos!" - gritaron todos al unísono.
Al llegar al árbol, que era enorme y frondoso, comenzaron a buscar entre sus raíces. Sofía encontró una pequeña caja decorada con estrellas. La abrieron y dentro estaba una varita mágica.
"¡Miren esto!" - exclamó Ana. "¿Creen que sea de verdad?"
"Solo hay una forma de averiguarlo" - dijo Martín mientras levantaba la varita al aire.
De repente, la varita empezó a brillar y una nube de polvo brillante los envolvió. Al despejarse, se encontraron en un mundo mágico lleno de criaturas fantásticas y colores brillantes.
"¿Dónde estamos?" - preguntó Sofía, asombrada por lo que veía.
"Parece un sueño, pero es real" - dijo Lucas, quien estaba tocando a un unicornio que pasaba por ahí.
Decidieron explorar, pero pronto se dieron cuenta de que todo el lugar estaba lleno de desafíos. Se encontraron con un dragón que custodiaba un río.
"Solo pueden pasar si responden a mi acertijo" - dijo el dragón, mirando con desconfianza a los pequeños.
"No tengo miedo, ¿cuál es el acertijo?" - retó Martín.
"Soy algo que siempre avanza, pero nunca retrocede. ¿Qué soy?" - preguntó el dragón, esperando un fallo.
Los amigos comenzaron a pensar en el acertijo. Anna fruncía el ceño, mientras que Sofía dijo:
"¡El tiempo!"
El dragón sonrió.
"Correcto. Pueden pasar, pero cuídense del camino lleno de sorpresas" - les advirtió antes de apartarse.
Los niños cruzaron el puente y descubrieron un bosque con árboles parlantes y flores que cantaban.
"Esto es increíble!" - dijo Lucas, mientras una flor le decía una rima divertida.
Pero de repente, escucharon un llanto. Siguiendo el sonido, se dieron cuenta de que un pequeño duende estaba atrapado entre unas ramas.
"Ayúdenme, por favor!" - suplicó el duende.
"¡Vamos a ayudarlo!" - exclamó Sofía.
Los amigos usaron la varita mágica para levantar las ramas. El duende agradecido dijo:
"Gracias, pequeños. Como recompensa, les daré un deseo cada uno. Recuerden, piensen en algo que realmente deseen."
Cada uno cerró los ojos y pidió algo especial. Martín deseó ser valiente, Sofía que siempre hubiera colores en su vida, Lucas un juego divertido y Ana deseó que sus amigos siempre estuvieran juntos.
De repente, sintieron un viento cálido y los deseos se hicieron realidad. Se despidieron del duende y continuaron su aventura.
Al final del día, llegaron a una gran cueva iluminada donde encontraron el verdadero tesoro: un cofre lleno de libros de cuentos.
"Sí, ¡libros!" - gritó Ana, que siempre había querido leer más.
"Esto es mejor que cualquier juguete" - dijo Martín.
Así que decidieron llevar el tesoro de vuelta a su jardín de infantes para compartirlo con sus compañeros.
Al regresar, la maestra Clara los recibió con abrazos.
"¿Qué aventuras vivieron?" - preguntó curiosa.
"Entramos a un mundo mágico, resolvimos acertijos y ayudamos a un duende!" - contó Sofía emocionada.
La maestra sonrió mientras miraba los libros.
"Ese es el tesoro más valioso que pueden encontrar: el amor por la lectura y la amistad."
Desde ese día, los amigos se volvieron inseparables, aprendiendo juntos que la verdadera magia estaba en su imaginación, el compañerismo y el poder de los libros que los llevaban a aventuras sin fin.
FIN.