La Avispa Valiente
Una mañana soleada en el bosque, La Avispa que Siembra volaba por los senderos de flores y campos verdes. Su nombre era Vicky y, a pesar de ser una avispa pequeña, siempre había tenido un gran corazón, pero hoy estaba especialmente brava.
-Si alguien me toca en el camino, ¡no sé qué haré! - murmuraba Vicky mientras revoloteaba.
Vicky era famosa entre sus amigos insectos. Todos la conocían por su dedicación a cuidar las flores y sembrar semillas, enseñando a los demás la importancia de trabajar en equipo y preservar la naturaleza. Sin embargo, en esta ocasión, Vicky no parecía dispuesta a escuchar las razones de los demás.
En su camino, encontró a su amigo el Saltamontes, que le gritó al verla.
-¡Vicky! ¡Espera! ¿Por qué estás tan brava hoy?
-¡No puedo creer lo que ocurrió! Un grupo de animales se burló de mí porque soy una avispa, ¡y nunca me dejarán en paz! - respondió Vicky, su voz llena de frustración.
-Entiendo que te sientas mal, pero nunca dejes que los otros decidan quién eres tú. Eres valiente y haces un gran trabajo.- le dijo el Saltamontes, saltando a su lado.
Vicky, en lugar de escuchar la sabiduría de su amigo, se alejó dando un fuerte zumbido. -No necesito a nadie, puedo manejarme sola. ¡No necesito que me cuiden! - gritó, mientras se alejaba furiosa.
Mientras seguía volando, pasó cerca de un río y, sin darse cuenta, se metió en un pequeño vaso de agua que alguien había dejado olvidado a la orilla. El agua la envolvió y, en un instante, Vicky empezó a luchar por salir.
-¡Ayuda! ¡Socorro! - gritó, mientras sus pequeñas alas trataban de elevarse, pero el líquido la mantenía atrapada.
Al escuchar su grito, el Saltamontes se acercó rápidamente.
-¡Vicky! ¿Estás atrapada? ¡No te preocupes, voy a ayudarte! - dijo, mirando con preocupación.
Vicky, exhausta y todavía molesta, suspendió su lucha por un momento. -¡Esto es lo que me pasa por no escuchar a los demás! Siempre tengo que hacer todo a mi manera.- pensó, mientras la desesperación la invadía.
El Saltamontes, viendo que su amiga estaba en apuros, reunió a todos los insectos del bosque.
-¡Chicos, necesitamos ayuda! ¡Vicky está atrapada y necesitamos sacarla! - dijo, levantando el vuelo para llamar a sus amigos.
Rápidamente, llegaran un grupo de hormigas, mariposas y hasta un par de abejas.
-¿Cómo podemos ayudarla? - preguntó una mariposa.
-¡Formemos una cadena! ¡Nos pasaremos una ramita como un gancho! - sugirió la abeja. Todos se pusieron manos a la obra, trabajando juntos. Mientras tanto, Vicky observaba el esfuerzo de sus amigos, sintiendo una mezcla de vergüenza y gratitud.
-¡Ya casi! ¡Sujétense fuerte! - gritó el Saltamontes. Todos centraron su energía y, finalmente, lograron hacer que el palito alcanzara a Vicky.
-¡Agárrate de esa ramita, Vicky! - le gritaron desde afuera. Y Vicky, aunque avergonzada, lo hizo con fuerza. Juntos, los insectos tiraron de ella y, ¡zas! Vicky fue liberada del vaso.
-¡Lo logré! - exclamó, mientras caía al suelo. Estaba llena de agua, pero completamente feliz.
-Gracias, amigos. Me di cuenta que no tengo que hacerlo todo sola. Necesito aprender a pedir ayuda.- dijo, moviendo sus alas para secarse un poco.
-¡Claro, Vicky! Todos somos un equipo. Otra vez serás nuestra heroína, pero esta vez, ¡no olvides que con amigos todo es más fácil! - dijo el Saltamontes.
Desde ese día, Vicky no solo continuó sembrando flores, sino que también habló sobre la importancia de la amistad y de trabajar juntos. Así, Vicky se convirtió en un símbolo de valentía, pero también de humildad, recordando siempre que aunque era valiente, a veces estaba bien pedir ayuda y compartir sus preocupaciones con quienes más quería.
Porque de eso se trata la vida: todos podemos ser fuertes, pero todos, en algún momento, necesitamos una mano amiga. Y así, Vicky la Avispa que Siembra aprendió una valiosa lección que jamás olvidaría.
FIN.