La ayuda de Don Tomás


Había una vez una niña llamada Catalina, que era muy risueña y juguetona. A sus 3 años, no paraba quieta un segundo y siempre estaba buscando nuevas aventuras para divertirse.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Catalina se encontró con un árbol muy grande y frondoso. Sin pensarlo dos veces, comenzó a escalarlo como una ardilla hasta llegar a la cima.

- ¡Miren chicos! ¡Estoy en la copa del árbol! -gritó emocionada desde lo alto. Pero de repente, se dio cuenta de que estaba bastante lejos del suelo y comenzó a sentir miedo. Sus amigos intentaron calmarla desde abajo pero ella seguía temblando sin saber cómo bajar.

Fue entonces cuando apareció Don Tomás, el jardinero del parque. Él había visto todo lo que pasaba y decidió ayudar a Catalina. - ¿Qué te pasa pequeña? -preguntó amablemente mientras subía por el tronco del árbol-.

No tengas miedo, yo te voy a sacar de ahí. Con mucho cuidado llegó hasta la cima donde estaba Catalina y le explicó cómo debía descender lentamente agarrándose bien fuerte al tronco. La niña respiró hondo y comenzó a bajar siguiendo las instrucciones de Don Tomás.

- ¡Lo lograste! Eres muy valiente -dijo el jardinero sonriendo al verla sana y salva en tierra firme. Desde ese día, Catalina aprendió algo importante: nunca hay que tener miedo de pedir ayuda si uno se encuentra en una situación difícil.

Además, valoró mucho la amabilidad y el apoyo que recibió de Don Tomás.

A partir de entonces, cada vez que visitaba el parque, Catalina se acercaba a saludar al jardinero y le contaba todas las aventuras nuevas que había vivido. Y aunque nunca volvió a subir tan alto como aquel día, siempre recordaría con cariño esa experiencia que la hizo crecer un poco más.

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