La Bailarina de las Flores
Había una vez en un hermoso jardín, una niña llamada Celeste de apenas 2 años de edad.
Celeste era una niña curiosa y llena de energía, a quien le encantaba jugar entre las flores y explorar cada rincón del jardín. Un día, mientras jugaba cerca de un viejo rosal, algo mágico sucedió. De repente, Celeste comenzó a brillar con una luz dorada y lentamente se transformó en una hermosa bailarina vestida con un tutú blanco y zapatillas rosadas.
Sus ojos se iluminaron de alegría al ver su nuevo aspecto reflejado en el estanque cercano.
Celeste no podía creer lo que veía, ¡se había convertido en una verdadera bailarina! Emocionada, comenzó a dar vueltas y saltos entre las flores, moviéndose al compás del viento y la música que solo ella podía escuchar. Las mariposas revoloteaban a su alrededor mientras los pájaros cantaban melodías alegres para acompañarla en su danza.
-¡Mira cómo vuelo! -exclamaba Celeste mientras daba piruetas perfectas sobre la hierba verde. Pero la magia no duraría para siempre. Al caer la noche, la luz dorada desapareció y Celeste volvió a ser la pequeña niña que todos conocían.
Sin embargo, esta experiencia había dejado en ella una semilla de inspiración y determinación. A partir de ese día, Celeste practicaba todos los días sus pasos de baile en secreto mientras jugaba en el jardín.
Soñaba con convertirse nuevamente en la bailarina entre las flores y mostrarle al mundo entero su talento. Un año más tarde, durante el festival anual del pueblo, llegó el momento tan esperado.
En medio del escenario decorado con flores silvestres, apareció Celeste vestida como aquella bailarina mágica que alguna vez fue. Su gracia y destreza impresionaron a todos los presentes, quienes no podían apartar la mirada de aquella pequeña bailarina prodigio. Al finalizar su actuación, el público estalló en aplausos y ovaciones para Celeste.
Había demostrado que los sueños pueden hacerse realidad si uno cree en sí mismo y trabaja duro para alcanzarlos. Desde ese día en adelante, Celeste siguió bailando entre las flores cada vez que tenía la oportunidad.
Y aunque ya no se transformara mágicamente en una bailarina ante los ojos de todos, su espíritu libre e inspirador seguía iluminando el corazón de quienes tenían el privilegio de verla danzar bajo el sol primaveral del hermoso jardín donde todo empezó.
FIN.