La Bailarina del Coliseo



Había una vez en la ciudad de Roma, una niña llamada Angelina. Ella era una pequeña muy soñadora y apasionada por el baile.

Desde muy temprana edad, solía ir al Coliseo Romano a ver las presentaciones de ballet que se realizaban allí. Un día, mientras observaba a las bailarinas girar y saltar sobre el escenario, Angelina sintió un fuerte deseo de convertirse en bailarina del Coliseo Romano.

Pero su familia no tenía los recursos para pagarle clases de ballet y ella no sabía cómo hacer realidad su sueño. Sin embargo, Angelina no se dio por vencida. Decidió practicar por su cuenta todos los días después de la escuela y durante sus ratos libres.

A veces ensayaba en su habitación o en la plaza cercana a su casa. Un día, mientras practicaba sus pasos cerca del Coliseo, fue descubierta por una famosa bailarina que estaba ensayando para una importante presentación.

La bailarina quedó impresionada con el talento natural de Angelina y le preguntó quién era su maestra. "-No tengo maestra", respondió tímida Angelina. La bailarina sorprendida le preguntó cómo había aprendido a bailar tan bien sin tener clases profesionales.

"-He estado practicando sola todos los días", respondió orgullosa Angelina. La bailarina sonrió y decidió darle una oportunidad única: ser parte del cuerpo de baile del Coliseo Romano para la próxima presentación.

Angelina estaba emocionada pero también nerviosa ya que nunca había actuado ante tanta gente antes. Sin embargo, con el apoyo de la bailarina y su familia, Angelina ensayó duro durante semanas hasta que llegó el gran día.

La presentación fue un éxito rotundo y Angelina se destacó por su talento y gracia en el escenario. El público la ovacionó de pie y ella se sintió realizada al haber cumplido su sueño.

Desde ese momento, Angelina siguió bailando en el Coliseo Romano y también comenzó a dar clases a niños que como ella no podían pagar una escuela de ballet. Su amor por el baile había hecho realidad sus sueños pero también le había permitido ayudar a otros niños a encontrar la pasión por algo que amaban.

Y así, Angelina se convirtió en una leyenda del Coliseo Romano: una pequeña soñadora que nunca dejó de creer en sí misma.

FIN.

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