La bailarina perseverante


Cataleya era una niña de seis años con una energía inagotable. Le encantaba bailar y siempre estaba moviendo su cuerpo al ritmo de la música.

Además, tenía un gran corazón y le gustaba hacer amigos donde quiera que iba. Un día, mientras caminaba por el parque, Cataleya escuchó música proveniente de un edificio cercano. Se acercó curiosa y descubrió que era una academia de danza.

Su corazón latió más rápido al ver a los niños bailando y saltando con gracia en la sala de baile. Cataleya se animó a entrar y preguntar si podía unirse a las clases.

La profesora, llamada Ana, la recibió con una gran sonrisa y le dijo que estaba más que bienvenida. Desde ese momento, Cataleya comenzó a asistir regularmente a las clases de baile. Aprendió diferentes estilos como ballet, hip hop y salsa.

Cada vez se sentía más segura en sus movimientos y su pasión por la danza crecía cada día. Pero no todo fue fácil para Cataleya en su camino hacia ser una bailarina profesional. Un día, durante la clase de ballet, tuvo dificultades para realizar algunos movimientos complicados.

Se sintió frustrada e incapaz de seguir adelante. Ana notó su tristeza y se acercó a ella para hablarle: "Cataleya, sé que esto es difícil para ti ahora mismo, pero recuerda que todos los grandes bailarines han pasado por momentos difíciles también".

"¿Incluso tú?" preguntó Cataleya sorprendida. "Sí", respondió Ana con una sonrisa reconfortante. "Pero lo importante es no rendirse y seguir practicando. Siempre puedes mejorar".

Cataleya tomó esas palabras en su corazón y decidió seguir adelante con su sueño de ser bailarina. Con mucho trabajo duro y dedicación, logró superar sus obstáculos y se convirtió en una bailarina excepcional. Un día, mientras actuaba en un espectáculo de danza, Cataleya vio a una niña tímida sentada en la audiencia.

Se acercó a ella después del show y le preguntó si quería venir a bailar con ella en la próxima clase. La niña aceptó felizmente la invitación y desde entonces se convirtió en una amiga cercana de Cataleya.

Juntas aprendieron nuevos movimientos, rieron juntas y disfrutaron de la danza. Cataleya aprendió que perseguir tus sueños puede ser difícil, pero nunca debes renunciar a ellos.

Y también descubrió que hacer amigos e invitarlos a compartir tus pasatiempos puede hacer que tu vida sea aún más maravillosa. Desde ese día, Cataleya siguió creciendo como bailarina profesional, pero siempre recordaría el valor de tener amigos cerca para compartir los buenos momentos.

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