La bailarina sin música



Había una vez una niña llamada Irene, de 9 años, que vivía en un pequeño pueblo en Argentina. Desde muy pequeña, a Irene le encantaba bailar.

Cada vez que escuchaba música, no podía evitar moverse al ritmo y hacer piruetas por toda la casa. Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, Irene vio un cartel que anunciaba una audición para formar parte de un grupo de baile infantil.

Sin dudarlo ni un segundo, decidió presentarse y mostrar todo su talento. El día de la audición llegó y Irene estaba nerviosa pero emocionada. Había muchos niños y niñas allí también con ganas de bailar.

Uno a uno fueron pasando frente al jurado y mostrando sus mejores movimientos. Cuando llegó el turno de Irene, ella se sintió como si estuviera volando. Bailó con tanta gracia y energía que todos los presentes quedaron impresionados.

El jurado no pudo evitar sonreír mientras veían cómo se desenvolvía en el escenario. Después de la audición, el jurado se reunió para tomar una decisión difícil: elegir a los niños que formarían parte del grupo de baile infantil. Pasaron varios días hasta que finalmente anunciaron los nombres.

"-¡Y las elegidas son... Natalia y... ¡Irene!", dijo el director del grupo con entusiasmo. Irene saltó de alegría cuando escuchó su nombre.

No podía creerlo; había logrado su sueño de ser parte de un grupo de baile profesional. Los ensayos comenzaron rápidamente y Irene aprendió muchas coreografías nuevas junto a Natalia y los demás integrantes del grupo. Pasaban horas y horas practicando, pero Irene nunca se cansaba.

Bailar era su pasión y estaba dispuesta a darlo todo. Un día, mientras estaban ensayando en el teatro del pueblo, un problema inesperado surgió: la música se cortó. Todos los niños se miraron desconcertados, sin saber qué hacer.

Irene no perdió la calma y dijo: "-¡No importa si no hay música! Sigamos bailando al ritmo de nuestros corazones". Así fue como empezaron a moverse al compás imaginario de la música. Los movimientos eran más lentos, pero eso no les importaba.

Estaban disfrutando tanto que hasta el público comenzó a aplaudir. El director del grupo quedó impresionado por la actitud positiva de Irene y le dijo: "-Irene, has demostrado que el verdadero talento está en tu pasión por bailar. Eres una inspiración para todos nosotros".

A partir de ese momento, el grupo decidió llevar adelante presentaciones improvisadas sin música en diferentes lugares del pueblo. La gente los admiraba y aplaudía por su creatividad y entusiasmo.

Con el tiempo, Irene se convirtió en una reconocida bailarina en su pueblo e incluso ganó premios por sus actuaciones. Pero lo más importante para ella era haber demostrado que con amor y pasión cualquier obstáculo puede ser superado.

Y así es como termina esta historia de Irene, una niña valiente que nos enseñó que cuando hacemos lo que amamos con todo nuestro corazón, nada puede detenernos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!